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El segundo éxodo de los Martynenko y la solidaridad infinita de una asociación sevillana

Los bombardeos en Ucrania han forzado a una abuela y sus nietos a refugiarse por segunda vez en El Saucejo, donde son unos vecinos más, pese a que las instituciones ya no les ponen las cosas tan fáciles como en 2022

 En la imagen la familia Martynenko con miembros de la Asociación Amistad con Ucrania el pasado mes de junio en El Saucejo (Sevilla). FOTO: PACO PUENTES (EL PAÍS)
Eva Saiz

4 de abril. Krivói Rog, Ucrania. Yulia Martynenko celebra su cumpleaños junto a sus hijos, Ya y Zlata, de 16 y 10 años, su hermana Snizhana y su sobrino Makar, de cinco, y sus padres Víktor y Valentina. Un bombardeo ruso acaba con la vida de 20 personas, nueve de ellas niños —la mayor matanza de menores desde la invasión—, y acalla la fiesta. Es el segundo ataque en menos de una semana y aunque en los últimos tres años los Martynenko se han acostumbrado a convivir con el ulular de las sirenas que alertan de incursiones aéreas, el ruido de los misiles o la oscuridad cuando se corta la electricidad, por primera vez sienten verdadero miedo. Por eso Yulia no duda cuando desde España recibe la llamada de la asociación Amistad con Ucrania, que les ofrece viajar de inmediato hasta la pequeña localidad sevillana de El Saucejo para ponerse a salvo de la guerra.

Así comenzó el segundo éxodo de Valentina, de 65 años, y de sus tres nietos. Su primera huida coincidió con el inicio de la invasión rusa y, como la segunda, también estuvo marcada por un cumpleaños, el de Yarek (cumplía 13). Entonces, en su incierto viaje a España los acompañaban el abuelo y las hijas (los padres no pudieron por estar en edad militar), que en esta ocasión han decidido quedarse en Ucrania, él para cuidar de su casa y ellas porque deben trabajar. La urgencia con la que tuvieron que preparar la salida ha sido la misma, pero la intranquilidad ha mudado en la certeza de que iban a encontrarse con quienes se han convertido en su segunda familia: los miembros de esa asociación, María González, María José Navarro y Jaime Tassara; y Carmen, de 88 años y vecina de El Saucejo.

Durante su primera estancia en ese pueblo de 4.300 habitantes encerrado en olivos de la Sierra Sur de Sevilla, entre mayo de 2022 y julio de 2023, forjaron un vínculo que continuó el pasado verano, cuando financiaron las vacaciones de la abuela y sus nietos en el pueblo para darles un respiro de paz entre el desasosiego de la guerra. Repetir ese plan este verano era lo que estaba previsto, pero el brutal ataque de las tropas de Putin a la ciudad natal de Zelenski les obligó a alterar esa hoja ruta.

“Los billetes estaban reservados para junio y cuando vimos lo que pasó les urgimos a que se vinieran ya. Adelantamos nuestro propio dinero, les hicimos llegar algo para el autobús, y a la semana aterrizaban en Sevilla”, recuerda Tassara. Encontrar casa tampoco fue sencillo porque en esta época del año las viviendas libres suelen estar alquiladas por profesores. “Cuando me enteré de que habían atacado su ciudad les dije que se vinieran a mi casa hasta que les buscáramos algo”, apunta Carmen, emocionada al recordar el bombardeo. Pocas personas están tan al tanto de lo que pasa en Krivói Rog como ella, una muestra del vínculo que la une a Valentina. “Sabíamos que no teníamos que preocuparnos por nada, porque estaban Jaime, María, María José y Carmen…”, abunda Valentina, a quien traduce Liliya Vasyura, que trabaja con la asociación.

Ella y sus nietos llevan desde mediados de mayo instalados en un piso de El Saucejo, alquilado por la asociación. Está más alejado de la casa de Carmen que el anterior, en el que residieron el verano pasado, pero eso no impide que se vean a menudo. Este diario fue testigo de la amistad entre estas dos abuelas. No hablan el mismo idioma, pero entienden el lenguaje de la empatía y el de las flores, cuyo cuidado las unió. “Aquí son todos muy amables, y nos acogen como si fuéramos uno más de la familia”, dice Valentina. El año pasado daban por sentado que tras el verano regresarían de nuevo a Ucrania para continuar con su rutina entre las bombas: Yarek a estudiar primero de Bachillerato, Zlata al colegio y a retomar sus clases de baile moderno… Esa esperanza de volver cuando termine agosto se mantenía latente a finales de mayo, pero la impacable realidad de una guerra que no cesa, pese a los amagos de negociar la paz, ha aparcado ese deseo, al menos, hasta el próximo mes de octubre.

Rutina española

Yarek y Zlata se matricularon en centros educativos sevillanos para el próximo curso, pero finalmente seguirán sus estudios online en sus colegios de Ucrania, que siempre ha sido la intención de Yarek. “A mí me gustaría terminar Bachillerato en Ucrania, dando clases on line desde aquí o allí”, cuenta en un perfecto castellano. Así es como ambos concluyeron este curso. Desde que llegaron a El Saucejo, todas las mañanas se conectaron a sus clases a través de Internet. Algo a lo que estaban habituados porque en Krivói Rog solían acudir presencialmente al colegio en días alternos y las últimas semanas siempre se quedaban en casa, después de que una bomba impactase contra la escuela, destruyendo parte del búnker donde se refugiaban cada vez que sonaban las alarmas. “Sin búnker no podíamos ir”, explica Yarek.

El pequeño Makar seguirá escolarizado en el mismo centro de El Saucejo en el que completó el último trimestre. Muchas cosas han cambiado desde su primer exilio, entre ellas la pérdida de facilidades de acceso al colegio. “En 2022 fue muy sencillo inscribirlos en el colegio, con Makar aún no tenemos el permiso, pero ha entrado porque conocemos al director”, indica María, que recalca que ahora solo se mantiene la agilidad para los permisos de residencia y trabajo y que las ayudas que ofrecía Cruz Roja ya no existen. Tampoco el Ayuntamiento pone las mismas facilidades, aunque finalmente sí ha subvencionado las clases de natación para los dos pequeños y su abuela a lo largo de todo el verano.

DVD1269 (04/06/2025): El Saucejo/Sevilla. Familia Martynenko de Ucrania en la localidad sevillana de El Saucejo. En la imagen la familia Martynenko con miembros de la Asociación Amistad con Ucrania. FOTO: PACO PUENTES (EL PAÍS)

Esa solidaridad institucional se ha desvanecido, pero desde la asociación sí han sentido las muestras de apoyo de particulares. No solo las aportaciones que a título personal hacen los vecinos del municipio, sino a través de eventos como el concierto que ofreció el Coro de la Universidad de Kentucky en la iglesia de San Jacinto, en Triana, a mediados del pasado mes de mayo, para recaudar fondos para las familias ucranias que atienden en la asociación. También han conseguido que un grupo de Scouts y el Club Náutico de Sevilla hayan permitido a Yarek participar en distintos campamentos de verano que le han permitido pasar tiempo con chavales de su edad.

Mientras, los Martynenko se han forjado su rutina en El Saucejo. Los nietos pequeños y la abuela se refrescan en la pisicina a la espera de que lleguen las fiestas del municipio. Yarek viaja a menudo a Sevilla para practicar artes marciales; Zlata, que siguió conectándose con su escuela de baile de Ucrania para dar clases —que ha preferido a aprender flamenco, todo se andará— y acudió a todas las comuniones de sus compañeras, ahora pasa con ellas los calurosos días de verano; Valentina aprovecha las clases de natación para poder relacionarse con gente de su edad y trata de coincidir con Carmen para hacer la compra.

A ella le gusta la vida tranquila de El Saucejo. Sus nietos también parecen felices, aunque la sonrisa perenne de Yarek no puede ocultar cómo se empaña el brillo azul de sus ojos cuando se le pregunta por lo que más echa de menos de su país. Su segundo éxodo no se asoma al abismo de lo desconocido, como hace tres años, pero encierra la insoportable constatación de que ha pasado el tiempo, pero las cosas no han mejorado.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.
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