Intérpretes de signos, zonas preferentes y personal de apoyo: la accesibilidad universal llega a los festivales
Fortaleza Sound, en Lorca, destina un 6% de su presupuesto a medidas de apoyo para todo tipo de colectivos con discapacidad


Con la llegada de la primavera, llegan también los festivales. En los últimos años, el formato de reunir en un mismo espacio a varios grupos se ha popularizado hasta el punto de encontrar este tipo de eventos cada fin de semana casi en cada ciudad de España. Diferenciarse de los demás es una tarea cada vez más difícil y el Fortaleza Sound, que se celebra en Lorca (Región de Murcia, 98.000 habitantes) del 20 al 22 de junio, ha optado por apostarlo todo a la accesibilidad: intérpretes de lengua de signos, canciones subtituladas, zonas de acceso preferente, mochilas vibratorias, personal de apoyo y un largo etcétera de medidas han convertido este festival, que celebra su segunda edición, en un referente para las personas con todo tipo de discapacidades. Las medidas puestas en marcha tienen un coste económico de “varias decenas de miles de euros”, en torno al 6% del presupuesto total del evento.
Fortaleza Sound nació el año pasado con vocación de generar un ocio “verdaderamente inclusivo, para todos, no específico para personas con discapacidad, sino abierto a que estas personas puedan participar de la oferta cultural de su ciudad”, explica a EL PAÍS Cynthia Marín, responsable de accesibilidad de la empresa Creativa, promotora del evento. Por la edición de este año pasarán grupos punteros del panorama indie nacional e internacional, como Love of Lesbian, Temple, Shinova, La La Love You o Miss Caffeina. Serán en total unos 30 conciertos, repartidos entre el recinto principal y varios escenarios gratuitos por las calles de la ciudad.
Uno de los principales atractivos es que la mitad de las actuaciones estarán arropadas por intérpretes de lengua de signos que traducirán en directo las canciones. Elena López llevó a cabo esa labor en la edición del año pasado, y trabaja ya en la preparación de este año porque, en este tipo de traducciones, explica, “no se deja nada a la improvisación”. “Se trata de ofrecer una traducción de la mayor calidad posible, que permita interpretar de la manera más adecuada las metáforas, trabajar la expresión facial y corporal, utilizar los signos adecuados para cada concepto”, explica. Para ello, las traducciones se trabajan con un asesor, una persona sorda, que propone correcciones que garanticen un correcto entendimiento por parte del público.
Si hay posibilidad, a López, que lleva 12 años interpretando canciones en directo, le gusta hablar previamente con los componentes del grupo musical y analizar el contenido y significado de las letras. Aunque algunos festivales han comenzado a introducir este tipo de medidas, reconoce que se avanza a cuentagotas: apenas un 2% de la oferta musical es accesible para las personas sordas que, muchas veces, señala, no se animan a asistir porque dudan de la calidad.
José Carlos Sicilia, una de esas personas sordas, decidió probar el año pasado en Fortaleza Sound y asegura que se quedó “alucinado”. En su juventud solía ir a fiestas y conciertos con sus amigos: “Por hacer un poco el tonto, por divertirnos, pero no me enteraba de nada”, comenta entre risas. “En el Fortaleza Sound puedo decir que yo estaba escuchando la música. Los grupos eran de calidad, el intérprete se había preparado las traducciones a conciencia. Fue como nacer en otro mundo”, asegura. Le ayudó mucho a vivir la experiencia el uso de una mochila vibratoria, uno de los dispositivos de préstamo que la organización del festival pone a disposición de los asistentes y que está conectado a la mesa de sonido, produciendo vibraciones al ritmo de la música para ofrecer una experiencia inmersiva, “nada que ver con el simple bum-bum de los altavoces”, especifica. También se ofrece el sistema de bucle magnético, subtitulado de las canciones en las pantallas led y una zona de acceso preferente en las primeras filas junto al escenario para garantizar una mejor visibilidad.

La existencia de esa zona preferente fue una de las características que animó también el pasado año a Ana Isabel Lázaro a asistir al festival. Con una discapacidad visual, asegura que en otros conciertos ha tenido problemas para utilizar la plataforma elevada que habitualmente hay en los recintos, y que suele estar reservada a usuarios de sillas de ruedas. Las aglomeraciones son un importante problema para ella a la hora de poder desplazarse por este tipo de recintos. Sin embargo, además de esa zona preferente, Fortaleza Sound cuenta con un amplio despliegue de personal de apoyo, una veintena de voluntarios con formación específica en materia de discapacidad, que ofrecen asistencia para localizar ubicaciones, ir al baño o las barras, o cualquier otro tipo de necesidad. “Fue maravilloso, una experiencia muy buena. Lo definiría como acogedor. Me sentí totalmente incluida, en muy pocos sitios tienen tanta sensibilidad”, asegura.
Destaca también el papel del personal de asistencia Hugo Ventayol, un joven de 22 años con síndrome de Down asiduo a conciertos y festivales a los que habitualmente acude en familia. En la pasada edición de Fortaleza Sound agradeció poder usar la zona preferente para evitar aglomeraciones y tener allí una atención continua. Su padre, Fernando Ventayol, asegura que es “muy raro” encontrar en este tipo de eventos medidas de accesibilidad real más allá de la plataforma elevada. En este festival, incluso existe un área “amable”, con música y luces atenuadas, que lo hacen más inclusivo para personas con discapacidad intelectual o con autismo, a quienes la organización facilita también, si lo requieren, cascos anti-ruido para evitar la sobre estimulación.
Los usuarios de sillas de ruedas encuentran también un salto de calidad en la accesibilidad, como relata Elena Tajuelo, que intenta ir a varios festivales cada año, pero que, asegura, “a veces el cartel no es suficiente, y tener una plataforma elevada, tampoco”. Llegar hasta esa plataforma, apunta, puede ser misión imposible cuando el pavimento es de arena o grava o cuando no existe un itinerario específico y hay que atravesar una aglomeración. La plataforma, en muchas ocasiones, es de dimensiones reducidas y tiene mala visibilidad, no hay baños adaptados para estos usuarios, o es imposible acceder a las barras. Nada que ver, explica, con las medidas de este festival y el “despliegue de personal” de atención. “Se nota una apuesta real por la accesibilidad universal, desde la web hasta el recinto. Incluso en el precio”, señala. Los abonos para las personas con discapacidad tienen un descuento del 50% sobre el precio original.
La rebaja, explica la responsable de accesibilidad, pretende ser un incentivo más para animar al amplio colectivo de la discapacidad a participar. La pasada edición del Fortaleza Sound tuvo unos 15.000 asistentes, medio centenar de ellos, con diferentes discapacidades. “En términos económicos, la accesibilidad no es rentable, porque conlleva unos costes elevados que no se cubren con la asistencia. Pero es una cuestión de justicia, de derechos, y así lo entendimos desde el festival”, señala. Sin detallar cifras exactas, asegura que las medidas puestas en marcha tienen un coste económico de “varias decenas de miles de euros”, en torno al 6% del presupuesto total del evento. “Por supuesto, es una inversión, pero para nosotros la accesibilidad es tan importante como que el festival tenga baños o personal de seguridad. El objetivo es que haya cada vez más implicación de las administraciones para sufragar estos costes para poder hacer la cultura accesible para todos y en todos los eventos”, defiende.
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