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Las últimas guerras obligan a actualizar los términos militares del diccionario

La RAE y el Ministerio de Defensa acuerdan revisar definiciones que han quedado obsoletas o incompletas por los conflictos bélicos de los últimos años

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante Teodoro Esteban López Calderón, durante la firma de dos protocolos de colaboración, en marzo.
Belén Domínguez Cebrián

Miguel de Cervantes no fue solo uno de los literatos más importantes de la Historia. El autor de Don Quijote de la Mancha, apodado El manco de Lepanto por lo que le sucedió en aquella batalla (1571), fue también soldado y con su nombre se bautizó una de las bases militares españolas en el exterior: la de Marjayún (Líbano), que acoge a un contingente de unos 650 militares. Se trata de un ejemplo de la relación que existe entre las Fuerzas Armadas y lo más alto de la lengua española. Este año, la Real Academia Española (RAE) y el Ministerio de Defensa han dado un paso más en esta unión con la firma de un acuerdo para revisar algunos términos militares que han quedado obsoletos o cuyas definiciones en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) están incompletas a la vista de la evolución de los conflictos bélicos en los últimos años.

Híbrido, operación o el propio concepto de guerra son vocablos que quiere examinar el protocolo, firmado por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante Teodoro Esteban López Calderón, y el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, el pasado 5 de marzo y al que ha tenido acceso EL PAÍS. “Hay que mejorarlos (...) Tienen una vertiente militar cuya relevancia factual y política hace que merezcan ser tratados con mayor precisión”, sostiene el capitán de fragata y doctor en Ciencias Políticas Federico Aznar en su despacho del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), en Madrid. La RAE justifica en este sentido que para que las definiciones del Diccionario “se ajusten a la realidad actual, es muy conveniente contar con la colaboración de especialistas que conocen de primera mano la materia de que se trate”. En este caso, los militares.

Es habitual que la Academia firme convenios de colaboración con diferentes sectores como sociedades científicas, músicos, universidades, etcétera. Pero la novedad ahora es que se ha producido un acercamiento con el sector militar en pos de la expansión de la cultura de Defensa entre la población, aprovechando también la actual coyuntura internacional que ha puesto el mundo patas arriba. También el de la lengua, consideran algunos analistas. La RAE, pues, reconoce que el objeto de este acuerdo es “revisar el léxico relacionado con el Ejército”.

“Dicho de un animal o de un vegetal: Procreado por dos individuos de distinta especie”. “Dicho de una cosa: Que es producto de elementos de distinta naturaleza”. “Dicho de un individuo: De padres genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter”. “Dicho de un motor y, por extensión, de un vehículo: Que puede funcionar tanto con combustible como con electricidad”. Animal, cosa, individuo y vehículo son las cuatro acepciones de la palabra híbrido y ninguna hace referencia a un ataque, a una guerra o a un conflicto, máxime cuando desde hace más de 10 años el conflicto en Ucrania y la posterior invasión rusa de aquel país han copado titulares con esta forma de hacer la guerra: la híbrida.

“El desarrollo que ha tenido el pensamiento y la lógica militar los últimos años obligan a un esfuerzo para la revisión de la terminología militar, naval y aérea”, alega Aznar, quien recuerda que a lo largo de la historia ha habido 39 miembros de las Fuerzas Armadas que han sido académicos. Ocho de ellos, directores de la RAE. Por su origen en el Cuerpo Jurídico Militar, que pertenece a los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas, Miguel Sáenz Sagaseta es uno de ellos. Filólogo alemán, Sagaseta ocupa la silla b desde 2013. Actualmente es el único miembro de las Fuerzas Armadas que también es académico.

El protocolo, de cinco páginas y con una vigencia de cuatro años, al que previsiblemente le seguirá la firma de un convenio, tiene como “objetivo prioritario” el fomento de la conciencia y la cultura de Defensa. Para esto, el departamento que dirige Margarita Robles quiere asesorar ―a través de militares expertos e investigadores― en la actualización del Diccionario para que recoja terminología militar, y pone a disposición de la RAE la Red de Colegios Iberoamericanos de la Defensa, con vistas a una expansión por el mundo mucho más amplia.

Además, pide la incorporación del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden) ―institución del Gobierno para difundir la cultura y la diplomacia de la Seguridad y la Defensa en España y entre países socios, amigos y aliados― a la Red Panhispánica del Lenguaje Claro y Accesible. Esto último es revelador porque una de las cosas que caracterizan a los militares es su obstinación e insistencia en hablar con acrónimos indescifrables para la gente común. AJEMA (Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada), SEGENPOL (Secretario General de Política de Defensa), EMACON (Estado Mayor Conjunto), BRICAN (Brigada Canarias) son solo algunos ejemplos.

Anglicismos

Pero la comprensión del lenguaje y su significado puede ponerse más difícil cuando los acrónimos responden a palabras en inglés: EUMS (European Union Military Staff) o RABIT (Rapid Border Intervention Teams), por ejemplo. Los anglicismos son otra batalla que la RAE y Defensa pretenden atajar. “El vocabulario militar enriquece nuestro idioma (…) Y no podemos, no debemos, incorporar otras [palabras], o sus acepciones, de terceros idiomas cuando tenemos las nuestras”, apunta Aznar, que pone “soft power” (poder blando) y “hard power” (poder duro) como primeros ejemplos que le vienen a la cabeza.

Para avanzar en todo lo anterior, se constituirá una comisión mixta de expertos (académicos de número, lingüistas, traductores, militares…) que se reunirá “siempre que se considere necesario” para empezar a debatir sobre esos términos que la propia realidad ha dejado un poco atrás. La pluma y el fusil se unen para intentar dar comprensión a las palabras que explican los conflictos de hoy en día.

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Sobre la firma

Belén Domínguez Cebrián
Cubre Casa Real y Defensa. Pasó 10 años en Internacional cubriendo inmigración y países nórdicos y bálticos. Estuvo en la corresponsalía de Bruselas. Licenciada en Derecho y Políticas (UAM); diplomada en Relaciones Internacionales (Universidad de Kent); Máster de periodismo (UAM/EL PAÍS); y Observadora Electoral (Escuela Diplomática).
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