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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

66 años despachando pepinos y batidos en la carretera

En 1959, el padre de Robert Moehling le puso a vender hortalizas y frutas a los automovilistas cerca de Miami. Ahí sigue, despachando ‘smoothies’ y autenticidad.

Robert Moehling, en el puesto Robert is Here, en la periferia de Miami.
Use Lahoz

Parece un cuento de Charles Dickens, pero no es ficción. A finales del otoño de 1959 un niño de seis años llamado Robert Moehling fue colocado por su padre en la esquina de una carretera comarcal de las afueras de Miami con una caja llena de pepinos que cultivaba en el huerto vecino. Robert pasó todo el sábado sentado, pero nadie se detuvo. Aquella misma noche el padre de Robert pensó que no podía haber tanta gente a la que no le gustaran los pepinos y que el problema era de visibilidad. Al día siguiente, el padre colocó unos carteles a cada lado de la mesa de cuya altura apenas sobresalía la cabeza del niño en los que en grandes letras rojas se leía: “Robert is Here” (“Robert está aquí”). Al mediodía Robert había vendido todos los pepinos y regresó a casa, donde su padre siguió dándole a la cabeza. El fin de semana siguiente añadieron tomates a los pepinos y nació un puesto de frutas que tuvo un nombre inevitable: Robert is Here.

Durante las vacaciones de Navidad de aquel año 1959, Robert estuvo en la esquina todos los días junto a su hermana pequeña, Rose, de cuatro años. Cuando la escuela empezó de nuevo en enero de 1960, la madre de Robert movió Roma con Santiago para que el autobús lo recogiera y lo dejara en el puesto de frutas. Robert y su madre se instalaban antes cada mañana y dejaban una lata sobre la mesa. Los clientes pagaban dejando el dinero en la lata mediante el sistema de honor, según el cual los clientes llevaban sus propias cuentas. El autobús dejaba a Robert en el puesto después de la escuela y él trabajaba hasta que oscurecía y su madre lo llevaba a casa para que se bañara y cenara.

El paisaje y la cultura de Miami han cambiado radicalmente, pero rincones como este demuestran que todavía no es lujo todo lo que reluce. Después de 66 años de aquella anécdota fundacional, Robert is Here sigue prácticamente igual aunque con mayor variedad de productos. Más que un típico puesto de zumos de frutas, es un ejemplo imbatible de autenticidad en Homestead, en la carretera que lleva al parque nacional de los Everglades. Leo el menú de milkshakes y de smoothies y pido el de mango, natural. Me dicen que tarda un poco y que me dé una vuelta por la tienda.

Robert is Here atrae a autobuses turísticos y a mochileros curiosos que parece que hagan ayuno forzado. Alrededor de la carpa hay música en directo, un coche y un tractor de cuando Robert era niño, y, en una especie de corral al aire libre, gallinas y cabras. La atracción principal es y siempre ha sido la fruta tropical. Robert y su familia siguen llevando el puesto con una atención enternecedora. Una señora se acerca y le pide que le cuente otra vez su historia. Y Robert, a sus 71 años, con pelo y barba blancos, vuelve a recordar aquel primer día: “Estoy aquí desde los seis años y para mí es un orgullo, además ahora tengo la ayuda de toda mi familia”.

Hace 10 años recibió el reconocimiento a su larga trayectoria al ser incluido en el Registro del Patrimonio Culinario Nacional de la Fundación Nacional de Alimentos y Bebidas, un honor únicamente al alcance de establecimientos con más de 50 años de historia y que demuestren haber contribuido significativamente al desarrollo de la gastronomía americana. Recibo por fin el smoothie y nada más sorber entiendo que no he probado nunca nada igual y que hayan tardado 10 minutos en prepararlo, pura fruta: la concentración y la cremosidad del mango se funden con su dulzura de manera que vuelvo a Robert y le pregunto por sus principios: “Solo tengo tres: honestidad, integridad y trabajar duro”.

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Sobre la firma

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela
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