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José Miguel Parra, especialista en el mundo faraónico: “Para mí es un error ir solamente a Egipto para hacerse las fotos con las pirámides”

¿Te apasiona la historia de Egipto, sus pirámides, templos y faraones? Hablamos con José Miguel Parra, doctor en Historia Antigua, uno de los mayores expertos en el mundo faraónico de España y guía de EL PAÍS Viajes

José Miguel Parra, en las montañas de la orilla occidental de Luxor.
Sara Andrade Abad

José Miguel Parra es toda una referencia en lo que a la historia de Egipto se refiere. Si alguna vez has tenido entre tus manos uno de sus libros, te habrás dado cuenta de todos los conocimientos que tiene este doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense de Madrid sobre el Antiguo Egipto. Su tesis sobre las pirámides del Reino Antiguo egipcio solo fue el principio de una carrera dedicada al mundo faraónico: después vendrían muchas aventuras más como los siete años en los que formó parte del Proyecto Djehuty, que tiene como objetivo excavar las tumbas de Djehuty y Hery en la orilla occidental de Luxor desde 2002.

Además de ser un traductor especializado en egiptología y el Mundo Antiguo, Parra es un activo divulgador del mundo faraónico, al que ha dedicado más de una veintena de monografías sobre los temas más variados. Traducido a varios idiomas, ha impartido seminarios sobre egiptología en diferentes universidades españolas, además de colaborar en diversos programas de radio y televisión, y en revistas como Historia National Geographic, La Aventura de la Historia, Historia y Vida o Muy Interesante.

Pero, sin duda, una de las facetas por la que realizamos esta entrevista y por la que le conocemos más es por ser uno de los expertos de EL PAÍS Viajes. Jose Miguel Parra es prescriptor desde 2023 del proyecto de EL PAÍS Viajes y con él muchos viajeros ya han vivido la experiencia de El retorno del Sol, una expedición única donde las pirámides, templos y tumbas del Antiguo Egipto se convierten en puertas hacia el pasado, y que tiene a Abu Simbel y al espectacular fenómeno de la alineación solar como uno de los principales objetivos.

Pregunta. ¿De dónde surge tu fascinación por el Antiguo Egipto?

Respuesta. Es complicado, porque no tengo una respuesta clara acerca de cuándo surge. Es verdad que hay gente que lo tiene muy claro; sin embargo, no es mi caso. Supongo que me viene por mi padre, que era aparejador y la construcción de las pirámides, desde el punto de vista profesional, le parecía completamente fascinante.

P. ¿Cuándo llegó tu primer contacto con la cultura y con Egipto? ¿Cómo fue ese primer viaje? Me imagino que es el país que más has visitado.

R. Sí, así es. He estado allí unas 18 veces, de hecho, desde hace cuatro o cinco años solo me dedico a viajar a Egipto porque no tengo mucho más tiempo para visitar otros lugares. En mi caso, el primer contacto con la cultura egipcia fueron los tebeos: Los cigarros del faraón de Tintín y Astérix y Cleopatra. El primer viaje que hice al país fue después de terminar la tesis doctoral, que en mi caso la pude hacer sin necesidad de viajar a Egipto. Fue un viaje muy divertido porque estaba entre medias de dos grupos y cada uno era muy diferente: uno de estudiantes y otro de amantes de los marcianos. Pasamos 15 días recorriendo Egipto.

P. ¿Qué hay de cierto en la relación de Egipto con los alienígenas?

R. Nada en absoluto [dice entre risas]. No hay modo de sustentar las tonterías que dicen los amantes de los alienígenas sobre Egipto. Por ejemplo, cuando con el grupo de EL PAÍS Viajes vamos a ver el sitio donde se supone que hay restos claros de los avanzados conocimientos de los egipcios, que es en el templo de Seti I en Abydos, cuando ves el “helicóptero” y el “avión” en su contexto, te das cuenta de lo que son realmente: restos de reescritura. Los amantes de los misterios intentan centrar la imagen del espectador en lo que a ellos les parece interesante sin preocuparse por el contexto. Eso es precisamente lo que intentamos en los viajes, darles contexto a los viajeros y ofrecerles una explicación para que comprendan por qué ese templo es importante, qué significado tiene, etcétera. Quizá no se queden con el detalle del faraón o el año de construcción, pero sí con lo importante: por qué ese templo está ahí, por qué es relevante, cuáles son las partes del templo, por qué tiene esa estructura…

Dentro de la pirámide de Senusret II, en Lahun.

P. ¿En qué parte de la historia de Egipto has centrado tus investigaciones o tu interés?

R. En el Reino Antiguo; mi tesis doctoral es sobre aspectos económicos y sociales de las pirámides del Reino Antiguo. Y en los libros que escribo me he centrado más en la vida cotidiana. Intento ofrecer al lector aspectos curiosos del Antiguo Egipto que no son muy conocidos y que creo que les pueden interesar.

P. ¿Qué es el Reino Antiguo?

R. La estructura general de la cronología egipcia es bastante sencilla, aunque parezca que no. Está el periodo predinástico, que es la época de la prehistoria; después están las dinastías tiritas, que son la primera y la segunda; luego está el Reino Antiguo, cuando se construyeron las pirámides; a continuación viene el Reino Medio, en el que también se construyeron pirámides, pero de ladrillos de adobe; y luego el Reino Nuevo, que es la época de Ramsés y Tutankamón. Y, entre las tres últimas, hay periodos intermedios, el Primero, el Segundo Intermedio y el Tercero.

La parte en la que yo me he centrado más es el Reino Antiguo, que va de la III a la VI dinastía. Estamos hablando del 2.600 antes de Cristo, que es la época de la pirámide de Keops aproximadamente.

P. Explicas que te interesa mucho la cotidianidad de la civilización egipcia, ¿qué es lo más llamativo para ti de esa sociedad?

R. Que son bastante parecidos a nosotros. Había gente que intentaba sobrevivir, que intentaba comer todos los días, que intentaba poner un techo sobre sus cabezas, pero también había funcionarios corruptos, gente que intentaba quedarse embarazada… Y, al mismo tiempo, eran gente que construían pirámides de 150 metros de altura. Uno de los primeros egiptólogos, el francés Auguste Mariette, describió muy bien la fascinación que ejerce Egipto en la gente. Dijo que había que tener cuidado con el pato egipcio, porque parece inofensivo a primera vista, pero cuando te descuidas, te pica, te inocula su veneno y, de repente, ya eres egiptólogo para toda la vida. Pues eso es lo que le pasa a mucha gente. Cuando te imaginas a esos señores sudando la gota gorda, arrastrando un bloque de piedra a 60 metros de altura, piensas: cómo lo hicieron, qué comían, les pagaban por hacerlo… Ahí es cuando empiezas a interesarte por la cultura egipcia y ya no puedes dejarlo.

P. ¿Qué pasó con toda esa cultura? ¿Se podría decir que entró en declive?

R. En general lo que pasa en todas las culturas es que hay una evolución y dejan de ser lo que eran y se transforman en una cosa diferente. Si hay una invasión, eso se produce de un modo un poco más rápido, pero en el Antiguo Egipto pasaron de ser egipcios a ser controlados por los ptolomeos, que colocaron por encima de la cultura egipcia su cultura griega. Luego llegaron los romanos, que también sumaron su influencia cultural, pero el poso egipcio seguía allí.

Después llegaron los cristianos y se convirtió en el mundo copto. Y, por último, llegaron los árabes y se convirtió en el mundo árabe.

José Miguel Parra, en las pirámides de Guiza en Egipto.

P. Volviendo a las pirámides. ¿Cómo se construyeron? ¿Qué es lo que más te llama la atención a ti cuando empiezas a mirar al detalle?

R. Lo que fascina es lo diferentes que son unas de otras, y lo que cuesta construirlas. Sabemos qué herramientas se utilizaron para construirlas, básicamente fue con trineos de madera, palancas y rampas. Y, por supuesto, con mucha gente sudando y arrastrando esas grandes piedras. Sabemos lo que utilizaron, pero no sabemos exactamente cómo lo utilizaron para cada una de las pirámides. Tenemos restos de esas rampas en muchas pirámides. En Guiza las hay, también en una pirámide, que es muy pequeñita, en Sinky, que tiene todavía pegadas a las caras de la pirámide las cuatro rampas que se utilizaron para construirla.

En cambio, las pirámides del Reino Medio, excepto las dos primeras, son pirámides de ladrillo de adobe. No hay más que imaginar a muchos señores llevando y colocando ladrillos subidos a un andamio. Por eso son tan interesantes. Después, está la parte económica, porque requerían de muchos recursos del país para ser construidas.

P. ¿Qué utilidad tenía la pirámide? ¿Por qué se construían?

R. Eran tumbas que mandaba construir el faraón para meter dentro su cuerpo. Esa sería la respuesta más sencilla, pero cuando profundizamos nos damos cuenta de que la pirámide tiene esa forma debido a sus creencias de cómo aparece el mundo, es una colina primigenia; pero también, a la vez, es un rayo de sol petrificado, y, en las pirámides escalonadas, es una escalera que permite subir al cielo, porque el faraón difunto tenía que subir a reunirse con los dioses, con las estrellas. Asimismo, es un centro económico porque hay que dedicar una parte importante de la economía del país para construirlas y, además, un elemento social, porque la gente quiere enterrarse alrededor del faraón. Sin olvidarnos de que eran también una gran valla publicitaria porque indicaban que ahí estaba el faraón.

P. Por tanto, las mandaban a construir en vida.

R. Sí, una de las primeras cosas que hacía el faraón cuando llegaba al trono era terminar con rapidez, si podía, la pirámide o el templo funerario de su padre, en caso de que estuvieran acabados. Y, al mismo tiempo, ordenaba empezar la construcción de la suya. El tiempo de construcción varía; por ejemplo, la pirámide de Keops se calcula que se construyó en unos 26 o 27 años. En 2013 se encontraron papiros que demostraban que en el año 26 de Keops todavía estaban llevando piedras para el revestimiento de la pirámide. Es decir, que, básicamente, todo su reinado estuvo dedicado a la construcción de su tumba. Existen algunas que se construyeron muy rápido, como la pirámide roja de Snefru, que se calcula que se terminó de construir en unos 11 años. Y es enorme, son 220 metros de lado y unos 108 metros de altura.

P. Existen unas 110 aproximadamente que se construyeron. Como has dicho, en el reinado de Ramsés ya no había pirámides…

R. Exacto, el Reino Antiguo es la época de las pirámides, de la III a la VI dinastía. Y en el Reino Nuevo, que es de la XVIII dinastía a la XX dinastía, ya no se construían pirámides, los faraones se enterraban en el Valle de los Reyes, justo en la ladera de una montaña que cuando la ves desde la entrada al valle te das cuenta de que tiene una forma natural de pirámide. Es decir, que los faraones egipcios del Reino Nuevo ya no construían pirámides, pero se seguían enterrando dentro o debajo de una.

Templo de Philae en Egipto.

P. ¿Qué tipo de personas eran las que se encargaban de construir las pirámides?

R. Sabemos desde hace muchos años que no eran esclavos, que era gente que trabajaba para el faraón. Eran básicamente funcionarios porque tenían un sueldo mensual. En los papiros de Wadi al-Jarf se ha encontrado un registro de los pagos de los salarios de esos trabajadores. Lo que tenían que cobrar, lo que les habían pagado y lo que les debía todavía el Estado.

P. ¿Cuáles son para ti las pirámides más importantes para visitar en un primer contacto con la cultura egipcia?

R. Las de Guiza son icónicas. Además de ser las más grandes, son las que se han conservado intactas. También las pirámides de Dahshur son muy interesantes, la Romboidal y la Roja. Se encuentran a 1,5 kilómetros de distancia la una de la otra y fueron construidas por Snefru, el padre de Keops. Por dentro son una maravilla.

P. ¿Cómo las observa una persona que las ha estudiado y en qué te sueles fijar cuando visitas una pirámide?

R. Cuando la visito yo solo, intento ver partes que no recordaba antes o detalles sobre los que he leído. Cuando voy con el grupo me fijo muchísimo menos, porque lo que intento es enseñarles detalles que no suelen conocer, intento que aprecien lo maravillosas que son, aunque esto es fácil, porque cuando te pones debajo sueles quedarte abrumado.

P. ¿Qué es lo que más te gusta ver en el país cuando viajas y cuáles son los lugares que tienes cierta predilección por visitar?

R. Me encanta visitar el templo de Kom Ombo, un templo de época ptolemaica que es muy curioso porque tiene dos entradas y dos ejes de acceso y está dedicado a dos dioses, a Horus y Sobek. Es uno de los lugares que visitamos con el grupo de EL PAÍS Viajes y me parece precioso. También me gusta ir a la pirámide de Meidum, al acantilado de Deir el-Bahari y ver desde arriba el templo de la reina Hatshepsut, para luego andar los tres kilómetros que hay hasta llegar al poblado de los trabajadores de Deir el-Medina que son los que excavaron y decoraron las tumbas del Valle de los Reyes.

P. El Valle de los Reyes tiene muchas curiosidades y detalles por contar, pero ¿qué te atrae a ti de ese lugar?

R. Me atraen, sobre todo, las tumbas, que son maravillosas y tienen una decoración espectacular. Hay algunas que tienen la decoración completa y otras que no. Eso permite ver cómo los egipcios hacían para decorarlas. Por ejemplo, la tumba de Seti I es muy bonita, está terminada en la parte del sarcófago, donde tiene un maravilloso techo astronómico; sin embargo, en las habitaciones anteriores ves una parte que está sin terminar y puedes disfrutar con los bocetos trazados en las paredes y comprender cómo hacían para pintarlas y dibujarlas. Para un amante del Antiguo Egipto es increíble. Es una de las visitas que hacemos en el viaje de El retorno del Sol de EL PAÍS Viajes.

El templo de Kom Ombo, en Egipto.

P. ¿Qué tumbas se pueden visitar en el Valle de los Reyes?

R. En el Valle de los Reyes están las tumbas de todos los faraones egipcios del Reino Nuevo, es decir, Tutankamón, Ramsés I, Ramsés III, Ramsés II… No todas se pueden ver, porque se están restaurando y están cerradas al público.

P. De todas maneras, me imagino que la que suscita más interés es la de Tutankamón, ¿no?

R. Sí es de las más llamativas, pero su tumba es de las más pequeñitas. Es verdad que es el faraón que todo el mundo conoce, porque es la única tumba que se encontró prácticamente intacta y su ajuar es bárbaro, tiene más de 5.000 piezas, además hay que añadir la leyenda de la inexistente maldición del faraón con la muerte de lord Carnarvon y Howard Carter. Me encanta explicarlo cuando vamos a visitarla, porque también está en nuestro itinerario.

P. ¿Tenía algo que ver la grandiosidad de la tumba con la importancia del faraón?

R. No especialmente, tenía más que ver con los años que llevaba en el trono. Hay una variación en el tamaño y el emplazamiento; por ejemplo, las tumbas de la XVIII dinastía en el Valle de los Reyes son un poco más pequeñas y estrechas que las de la dinastía XIX, que son a su vez un poco más pequeñas y estrechas que las de la XX. Las de la XX dinastía son tumbas con techos muy altos, pasillos despejados… La idea de tumba era la misma, pero estas estaban pensadas para que la gente las viera, o por lo menos los que llegaban al valle, que no era una zona de acceso libre, y las otras estaban pensadas para que quedaran ocultas. En este tipo de cosas nos damos cuenta de que los egipcios sí evolucionaban.

P. Has dedicado más de siete años a explorar las tumbas de Djehuty y Hery en la orilla occidental de Luxor. ¿Cuáles son los hallazgos más importantes que habéis encontrado en el lugar?

R. Sí, fui parte del equipo de la excavación. Me dedicaba, sobre todo, a hacer la última criba de los materiales, a guardarlos en sus bolsas con etiquetas, llevarlos al registro y luego guardarlos en los almacenes. Durante unos años también fui el fotógrafo de la excavación. Fue una experiencia fantástica, aunque dura. Uno de los hallazgos más llamativos fue la tablilla del aprendiz, que es básicamente un pizarrín de un estudiante que permite ver cómo realizaban los ejercicios de escritura. También los restos de las joyas de oro de Djehuty, que se encontraron en su cámara funeraria; pero sobre todo las tumbas, que son espectaculares. Djehuty (TT 11) fue inaugurada al público hace apenas un par de años y merece mucho la pena visitarla.

El Gran Museo Egipcio de Guiza.

P. ¿Cuáles son para ti los museos que hay que visitar cuando vas a Egipto?

R. ¡Todos! En Egipto hay muy buenos museos. El Museo Egipcio de El Cairo es icónico y el Museo de Luxor es precioso y del tamaño justo, se puede ver sin agobios, disfrutando de piezas espectaculares. En el Museo de las Civilizaciones podrás encontrar expuestas piezas selectas de toda la cronología de la historia de Egipto, concretamente hasta el siglo XIX. También está el recorrido que haces después para ver todas las momias que se conservan de los faraones del Reino Nuevo, que están muy bien expuestas, con mucha información.

P. ¿Qué destacarías del Gran Museo Egipcio (GEM)? Aún no está 100% inaugurado…

R. Está abierto casi todo, falta por inaugurarse la parte de Tutankamón y la parte de las barcas de Keops. Pero es que cuando hablas de la parte de Tutankamón estás hablando de 5.000 metros cuadrados de exposición. Es un gran museo, moderno, que tiene muchas piezas que estaban en los almacenes porque no había espacio para exponerlas y se han trasladado aquí. Además, cuenta con un servicio de restauración que es espectacular.

P. ¿Qué errores ves que cometemos a la hora de visitar Egipto?

R. Para mí es un error ir solamente a Egipto para hacerse las fotos con las pirámides. Decir ya las he visto, me vuelvo al autobús. Otra es no salir nunca del hotel. Es verdad que El Cairo es una ciudad caótica y ruidosa, que abruma, pero debes darte al menos un pequeño paseo por sus calles, sin necesidad de alejarte mucho del hotel. Hay gente maravillosa. Luxor resulta mucho más amable y merece la pena dar una vuelta, aunque sea solo unas calles hasta llegar al zoco. Otro de los errores más comunes es dejarse llevar por los precios; en Egipto hay que regatear siempre.

P. Además de El Cairo, ¿qué otras ciudades o zonas te gustan de Egipto?

R. Me gustan Luxor y Asuán, que es una ciudad en el sur, frente a Elefantina. Hace mucho calor, pero tiene mucha vida. También me gusta el desierto egipcio, los templos de Abydos y para ver el Nilo, la zona más bonita es Elefantina, la primera catarata. El Nilo ya no es como antes, que tenía crecidas y pasaba de ser un río de escaso caudal a ser un río que se desbordaba e inundaba todo el país. Ahora la corriente y el nivel del agua siempre son los mismos. Pero es verdad que el Nilo impresiona: es largo, es ancho y está rodeado de mucha vegetación. Se disfruta mucho durante el crucero en barco.

En el templo de Ramsés II, en Abu Simbel.

P. Y Abu Simbel, ¿no?

R. Bueno, eso es aparte. Abu Simbel es impresionante. Está en el sur de Egipto, en medio del desierto nubio. Tienes que hacer un viaje de varias horas en autobús para llegar, pero merece la pena, porque cuando llegas te encuentras esa maravilla. En uno de los primeros viajes que hice con EL PAÍS Viajes había personas que tenían la visita a Abu Simbel como uno de los imprescindibles de su vida. Y la verdad es que, después de ver la alineación del amanecer con las tres estatuas del fondo, en el sanctasanctórum varios viajeros acabaron llorando. Puede ser bastante emotivo. La verdad es que es un templo tan bonito que creo que a nadie le deja indiferente cuando lo ve.

P. Abu Simbel es el principal objetivo del viaje El Retorno del Sol, un viaje que se realiza desde hace años con EL PAÍS Viajes y que este 2025 tendrá lugar el 15 de octubre durante 12 días y 11 noches.

R. Es un viaje para ver Abu Simbel y disfrutarlo con tiempo; de hecho, hacemos una noche allí cerca. Nos levantamos al amanecer para ver la alineación solar que tiene lugar dos veces al año: el 22 de octubre y el 22 de febrero. Es un momento único, porque los primeros rayos del sol recorren los 60 metros desde el acceso hasta la sala donde se encuentran las cuatro estatuas en el interior del templo de Abu Simbel. Durante unos 20 minutos aproximadamente se iluminan mágicamente tres de las cuatro estatuas que hay en su interior: las dedicadas a Re-Horakhty (dios del sol), Ramsés II y Amón-Re (dios supremo). Tan solo una queda en la penumbra, casualmente es la estatua dedicada a Ptah, un dios ctónico, de la tierra. Es algo fascinante.

P. ¿Qué más destacarías del viaje?

R. Que es un viaje donde visitamos montones de monumentos, pero sin agobios, disfrutándolos. Es un viaje que nos lleva a disfrutar de la historia y su legado impreso en templos como el de Isis en Philae, Luxor y Karnak, Kom Ombo y Edfu; también hacemos parada en el Valle de los Reyes para las tumbas de Tutankamón y Seti I, el templo funerario de Hatshepsut, la tierra sagrada de Osiris en Abydos y Dendera, entre otros. Asimismo, visitamos El Cairo, su museo, Saqqara y el recinto funerario del faraón Djoser.

P. ¿Qué crees que es lo que hace diferentes tus viajes para descubrir Egipto?

R. Creo que puede ser el contacto continuo con los viajeros. Me encanta ir respondiendo a todas sus preguntas sobre los monumentos y la historia de Egipto. La verdad es que tanto en el hotel como en el barco se forman unas tertulias estupendas tomando una cerveza o un té. Las disfruto muchísimo.

¿Quieres unirte al viaje El Retorno del Sol de José Miguel Parra? Apúntate ya y disfruta de toda una experiencia en este país.

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Sobre la firma

Sara Andrade Abad
Periodista especializada en viajes. Desde 2024 es redactora de EL PAÍS Viajes, sección de viajes de autor con Azulmarino. Colabora en Condé Nast Traveler y en la web de Informativos Telecinco. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster en Reporterismo Avanzado en la Universidad Ramón Llull de Barcelona.
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