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Japón
Crónica
Texto informativo con interpretación

Shirakawa-go: la aldea de cuento escondida en los Alpes japoneses

Consejos para explorar este pueblo histórico que es uno de los rincones más fotogénicos de Japón y un lugar donde la vida rural perdura entre casas centenarias, arrozales y leyendas

Shirakawa-go Japón
Mariel Galán

Shirakawa-go es mucho más que una aldea de postal que ha conquistado Instagram: con apenas 1.600 habitantes y 114 casas gasshō-zukuri (las construcciones tradicionales de la zona), este lugar patrimonio mundial de la Unesco desde 1995 resiste el paso del tiempo sin renunciar a su esencia. A medida que se avanza por las montañas nevadas de la prefectura de Gifu, en la región de Chūbu, la ruta serpentea entre enormes pinos, dejando atrás el bullicio urbano para abrir paso a un paisaje que no se parece a ningún otro de Japón.

Desde la ventana del autobús ya intuía algo especial, pero fue al bajar cuando el asombro se volvió absoluto: la nieve trazaba senderos hacia viviendas que parecían salidas de una película de Akira Kurosawa. En ese instante sentí la emoción de quien descubre un destino poco convencional.

Mi primera parada fue en Soba Wakimoto, un restaurante familiar de comida local ubicado en una casa tradicional. Su especialidad son las sopas elaboradas con soba artesanal. En el menú destacan opciones como la soba con tempura de camarón, con yamaimo natural (ñame) o con carne de res Hida, una de las variedades de wagyu japonés más reconocidas, originarias de Gifu. Me decidí por esta última, y la recomiendo ampliamente: la calidad de la carne y el equilibrio de sabores hace que cada bocado valga la pena.

Exterior del restaurante Soba Wakimoto.

Después de ese delicioso almuerzo de bienvenida, mi recorrido continuó cruzando el puente colgante de Ogimachi, que se extiende 107 metros sobre el río Shōgawa. Sus tablones de madera se mecen con cada paso y ofrecen una primera panorámica del valle que impresiona a cualquiera.

El puente colgante de Ogimachi, que se extiende 107 metros sobre el río Shōgawa.

Las casas de estilo ‘gasshō-zukuri’

Shirakawa-go es famosa por sus casas tradicionales de los siglos XVII al XIX, construidas en estilo gasshō-zukuri, reconocibles por sus techos de paja inclinados en forma de triángulo. Estas viviendas se levantan sin un solo clavo: utilizan técnicas de ensamblaje a base de madera y sogas, que conectan vigas y techos mediante amarres perfectamente ajustados. Su arquitectura fue concebida para resistir las intensas nevadas que cubren la región cada invierno.

Según me explicó Carmen Sawae, la guía local del recorrido, el nombre de las casas alude a dos manos unidas en oración. “El tejado de una vivienda de este tipo resiste alrededor de 20 años antes de necesitar ser renovado; cambiarlo puede costar unos 130.000 dólares”, enfatizó. Aunque su construcción requiere carpinteros especializados, la renovación del techo se convierte en una tarea colectiva: los vecinos se organizan bajo el principio del yui, una antigua filosofía de ayuda mutua que mantiene vivo el espíritu comunitario del pueblo.

Detalle del tejado de las ‘gasshō-zukuri’.

Varias de estas casas están abiertas al público como museos, y algunas ofrecen alojamiento: una forma en la que sus propietarios obtienen ingresos para costear el elevado mantenimiento que requieren. Otras, en cambio, siguen habitadas por familias locales. Entre las gasshō-zukuri que pueden visitarse destacan tres por su valor histórico y estado de conservación: las casas Wada-ke, Kanda-ke y Nagase-ke. La primera, una de las más grandes de la aldea de Ogimachi, perteneció a una de las familias más acomodadas de la región. La Kanda, por su parte, es una de las mejor conservadas y ofrece una visión muy clara de la arquitectura tradicional. Nagase, donde vivieron médicos al servicio del clan Maeda, funciona como un museo en el que se exhiben antiguos instrumentos médicos.

Mi visita a una de estas viviendas fue fascinante. El olor a madera lo envuelve todo, y al entrar es obligatorio quitarse los zapatos y colocarse unas pantuflas para no dañar el suelo. El espacio se distribuye en varios niveles conectados por escaleras empinadas. En la planta baja, el irori —un fogón tradicional— ocupa el centro, y antiguamente servía para cocinar, calentar la casa y conservar la estructura, ya que el humo que ascendía al techo ayudaba a repeler insectos y plagas. No hay habitaciones cerradas, sino espacios delimitados por paneles corredizos (fusuma y shōji). El mobiliario es mínimo, y en el ático solían criar gusanos de seda. Muchas conservan herramientas antiguas y trajes típicos.

El interior de una ‘gasshō-zukuri’ en Shirakawa-go.

Qué ver y hacer en Shirakawa-go

Mi recorrido comenzó en Ogimachi, la aldea más grande y el principal atractivo de Shirakawa-go, donde se conservan varias docenas de casas tradicionales en excelente estado. Me adentré en Shirakawa-go Kaidō, la calle principal del pueblo, donde se concentra gran parte de la vida local: casas tradicionales convertidas en tiendas de recuerdos, talleres de artesanía y pequeños restaurantes que conservan el alma local.

En algunos puestos se puede probar comida callejera como el gohei mochi, una pasta de arroz cocido moldeada en forma ovalada y ensartada en palitos de madera. Se asa ligeramente y se cubre con una salsa espesa de miso, salsa de soja, azúcar, nuez y ajonjolí. El resultado es un bocado ahumado, dulce y salado al mismo tiempo: una delicia sencilla que resume el sabor de la montaña.

Mientras recorría el pueblo, llamaron mi atención los souvenirs con forma de casas gasshō-zukuri, así como los elaborados en seda, que evocan la antigua tradición de cría de gusanos de seda en la región. También es común encontrar artesanías hechas con bambú y botellas de sake local.

Fuera del circuito más transitado, hay rincones que revelan la dimensión espiritual y cultural de la aldea. El templo Myozenji, el más grande del pueblo, conserva la arquitectura local y funciona como museo. Muy cerca, el santuario Shirakawa Hachimangū permanece rodeado de cedros centenarios y suele estar envuelto en un silencio que invita a la contemplación. También destaca el templo Hongaku-ji, conocido por haber inspirado escenarios del anime titulado Cuando las cigarras lloran (Higurashi no Naku Koro ni, en japonés), y especialmente bello en primavera, cuando florece el cerezo Ohta.

Para vistas panorámicas, el mirador Shiroyama es el punto más popular: ofrece la clásica postal de Shirakawa-go desde las alturas, especialmente en invierno. Se puede subir caminando o en autobús.

Otro imperdible es el Gasshō-zukuri Minkaen, un museo al aire libre que reúne casas tradicionales reubicadas desde distintas zonas de Shirakawa-go para preservar el estilo de vida rural. Lo interesante es que ofrece actividades como el teñido de telas y la elaboración de soba. Adicionalmente, puedes visitar espacios menos conocidos, como la Casa Museo de la Seda de Tajima, que revive la antigua industria local, o el Museo del Templo Myozenji, que conserva desde 1748 la historia del templo y su comunidad.

Si tu viaje coincide con mediados de octubre, podrás disfrutar del festival Doburoku Matsuri, una celebración local en la que se degusta un tipo de sake sin filtrar, y cuya producción está restringida en otras regiones. El ambiente se anima con danzas tradicionales como el shishi-mai (danza del león).

¿Dónde hospedarse?

Aunque Shirakawa-go puede recorrerse en medio día, quedarse a dormir es una experiencia que transforma la visita: dormir en un minshuku, un alojamiento familiar dentro de una casa tradicional gasshō-zukuri, permite vivir de cerca la esencia rural de Japón.

Una opción destacada es el Shirakawa-no-Yu, un onsen natural al aire libre. Está ubicado en Ogimachi, a solo dos minutos a pie de la terminal de autobuses y junto al río. Además de funcionar como baño termal, ofrece habitaciones de estilo sukiya-zukuri, una arquitectura tradicional japonesa inspirada en las casas de té que combina minimalismo, materiales naturales y vistas privilegiadas hacia la naturaleza de Shirakawa-go.

Otra excelente alternativa es Onyado Yui no Sho, un hotel moderno que respeta la estética gasshō-zukuri. Entre sus mayores atractivos destacan los onsen privados gratuitos para huéspedes, sus espaciosas habitaciones con camas de estilo japonés y detalles que elevan la experiencia, como el yonaki soba gratuito por la noche.

¿Cómo llegar?

La forma más práctica de llegar a Shirakawa-go es en autobús desde Takayama o Kanazawa, ambas bien conectadas por tren. Desde Tokio, se puede tomar el shinkansen a Kanazawa y continuar en autobús (1 hora 15 minutos) o ir vía Nagoya hasta Takayama y seguir por carretera (50 minutos). Las líneas Nohi Bus y Hokutetsu operan estas rutas, y los billetes pueden comprarse a través de la plataforma Japan Bus Online. Se recomienda reservar con antelación, sobre todo en temporada alta. También es posible llegar en coche, aunque en invierno es necesario extremar las precauciones por la nieve.

¿Cuál es la mejor temporada para ir?

La aldea japonesa de Shirakawa-go en un día de invierno.

Mi visita fue en pleno invierno, cuando este destino se transforma por completo: las casas con techos cubiertos de nieve le dan un encanto particular. ​​Algunas noches de enero y febrero se celebra el evento Light-up, un espectáculo de iluminación invernal que transforma la aldea nevada en un paisaje de cuento de hadas. Los accesos para este espectáculo son limitados y requieren reserva previa. Existen dos formas principales de conseguir entrada: a través de empresas como Nohi Bus, que ofrece paquetes turísticos con transporte y ticket incluido, o reservando una noche de alojamiento en un minshuku, donde algunos hospedajes ofrecen paquetes combinados que incluyen estancia y acceso al evento.

La primavera (de marzo a mayo) brilla con cerezos tardíos y campos en flor, y lo mejor es que puedes disfrutar de este espectáculo sin las multitudes que suelen llenar otras regiones de Japón. En verano (junio a agosto), el verde de los arrozales resplandece y los campos son ideales para hacer caminatas. El otoño (septiembre a noviembre) pinta de rojo los tejados con los arces encendidos y se celebra el festival Doburoku Matsuri.

Mi visita a Shirakawa-go me confirmó que no es solo una postal perfecta: es la prueba de que la tradición puede convivir con el turismo sin claudicar. Un modelo de sostenibilidad cultural donde la arquitectura, la vida rural y el espíritu comunitario siguen marcando el pulso de la aldea.

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Sobre la firma

Mariel Galán
Mariel Galán es creadora del canal de YouTube 'Mariel de Viaje' y del blog marieldeviaje.com. A través de sus vídeos y reportajes da consejos útiles para afrontar un viaje e invita a la gente a recorrer el mundo.
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