Los ‘pubs’ más excéntricos de Londres
De la sede del Club de Mostachos al pub al que van los artistas Tracey Emin y Gilbert & George

Rod Littlewood es el presidente del Club de mostachos de Londres. La Magnífica Betty, una pianista de aire decadente que corea canciones en el Soho. La modesta Gladys actúa como crooner de barrio los fines de semana ante parroquianos y curiosos, y Sandra Esquilant se ha convertido, gracias a sus pintas, en una de las cien personas más influyentes en el mundo del arte internacional, según la revista Art Review.
Londres ostenta un buen repertorio de personajes excéntricos. Así que es lógico que algunas de sus casas públicas, es decir, los public houses o pubs, acojan ese estilo estrambótico del que presumen los ingleses.

Es el caso del Windsor Castle (27-29 Crawford Place, W1H 4LJ), que goza de la clientela con los bigotes más descabellados de la capital. Su decoración abigarrada de artefactos y fotografías de famosos resulta idónea como sede mensual del Handlebar Club, la asociación de mostachos –tipo manillar– fundada en 1947. Bajo una estricta etiqueta en la que las barbas quedan tajantemente prohibidas, el grupo se reúne el primer viernes de cada mes para compartir su conocimiento sobre tan prominente bigote y, en ocasiones, jugar también una partida de dardos con sus colegas del Club de las Pipas. Como verdaderos gentlemen.
Un poco más céntrico, en pleno Soho, el Coach and Horses (29 Greek St, W1D 5DH) conserva también su reputación de pub poco común. Tras años célebres por su aparición habitual en la revista satírica Private Eye y la notoriedad grosera de su patrón, este lugar mantiene aún parte de esa mezcla de artistas y golfería de barrio que atrajo a parroquianos como el pintor Francis Bacon. Con noches, como las de los miércoles y sábados, en las que se invita al público a unirse al piano para canturrear canciones populares y un restaurante al que se accede por debajo de la barra, el Coach and Horses es uno de los pocos lugares que recuerdan la fama de barrio chino que hasta hace poco se respiraba en este distrito.

Quizá más afable, el Golden Heart, en Shoreditch (110 Commercial St, E1 6LZ), podría ser su equivalente contemporáneo. Emplazado en una de las esquinas más hipsters de Londres, la historia de este bar está ligada al renacimiento del East End como barrio bohemio y, más tarde, de moda. Su patrona, Sandra Esquilant, se ha convertido en diletante por casualidad gracias a los regalos que sus clientes han donado a su establecimiento, así como en amiga íntima de artistas y músicos como Tracey Emin, Peter Doherty o Gilbert and George. Además, cultiva aficiones caprichosas como la que recientemente la llevó a decorar su entrada con la foto de la Reina de Inglaterra.
Por último, y aún más hacia el este, el Palm Tree (127 Grove Rd, E3 5RP) conserva un tipo de extravagancia casi extinguida en la clase obrera londinense. Adornado con papel dorado, moqueta psicodélica y cortinas de terciopelo rojo, este establecimiento, ahora descubierto por un público más joven, todavía refugia a algunos de los últimos East Enders de Londres. Pensionistas con aire de gánsteres de los 60 que entre fotografías de viejas glorias cantan en un pequeño escenario temas de Frank Sinatra frente a una de las clientelas más pintorescas de la ciudad.
Para algunos una chifladura, para otros simplemente una cuestión de cómo pasar el tiempo. Aunque como reza el dicho: “todas las buenas familias tienen su dosis de excentricidad”.
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