Así es por dentro la casa más cara de España

Cuando el arquitecto brasileño Marcio Kogan entró por primera vez en la antigua sede de Winterthur en la plaza de Francesc Macià, en Barcelona, sintió una sensación “muy poderosa” que se multiplicaba a medida que recorría las diferentes plantas. “Fue como una cita ciegas”, explica el premiado fundador del estudio MK27 con sede en São Paulo, Brasil, en una entrevista con ICON Design.

Frente a él tenía el reto de transformar este inmueble diseñado en los años sesenta por el arquitecto suizo Marc J. Saugey, bajo el espíritu de la Bauhaus, para alojar las oficinas de la aseguradora, en siete viviendas de máximo lujo destinadas a los clientes más exclusivos.

Con su visión de cineasta, su segunda pasión después de la arquitectura, describe su visita: “Me resultó extraño y raro, pero muy intrigante a la vez. Cuanto más lo conocía, más me encantaba”. Poco a poco, descubrió la belleza “única, pero no obvia” que se esconde tras su peculiar fachada en curva convexa a una de las rotondas más transitadas de Barcelona en plena Diagonal.

Es el primer proyecto de rehabilitación de un edificio de estas características que emprende Kogan, cuyas obras se caracterizan por la simplicidad formal, la interrelación entre el interior y el exterior y el uso de elementos puros heredados del brutalismo.

Un perfil a la altura para convertirlo en el primer edificio “joya” de España, similar a las promociones de superlujo tan de moda en ciudades como Londres o Nueva York. En diciembre de 2018, ya fue galardonado con el premio a la mejor rehabilitación del mundo por el World Festival of Interiors.

El resultado son siete exclusivas viviendas de 600 metros cuadrados con toda su fachada de vidrio abierta en un solo espacio a la ciudad. “La enmarca como una película panorámica”, explica Kogan, que ha aplicado así la “fuerte” conexión que existe entre el edificio y la energía de Barcelona. La relación interior-exterior de todas sus obras.

El inmueble cuenta con unos servicios comunes a la altura de un hotel de cinco estrellas con piscina, gimnasio e, incluso, una cava privada. Kogan también se ha encargado del diseño de interiores con unas estancias recubiertas de madera de nogal americano, mármoles de carrara, statuario y marquina, y granito negro, dentro de la paleta de grises y marrones. “El objetivo era hacer una casa sofisticada en una ciudad elegante: mezclar lo antiguo y lo nuevo”, concluye Kogan.

La arquitecta Suzana Glogowski, del estudio MK27, que ha liderado el proyecto junto a Diana Radomysler, describe el resultado como “una mezcla extraña y delicada” entre las torres redondeadas del Marina City de Chicago (Bertrand Goldberg) y el refinado Seagram Building de Mies van der Rohe en Nueva York.

Las opciones no acaban ahí. La promoción cuenta con dos diseños de interiores para los apartamentos realizados por el arquitecto y diseñador belga Vincent Van Duysen y el italiano Vincenzo de Cotiis.

El primero ha ideado el área principal de la vivienda con una gama de colores entre el beis y el gris con muebles redondeados adaptados a la curvatura de la fachada. El interior del italiano es un reflejo de su elegancia áspera pero refinada con piezas contadas de sus muebles escultura.

La iniciativa de traer a Barcelona el concepto de residencias destinadas al 1% ha sido del fondo de inversión Squircle Capital, propiedad de José Caireta, que ya impulsó la apertura del hotel Mandarin Oriental. En 2012, adquirió el edificio y contrató a Kogan con este fin.

Por el momento, se han vendido cuatro de las siete viviendas disponibles con el metro cuadrado más caro de España: en total a ocho millones de euros en bruto y 10 millones acabadas con los diseños de Kogan, Van Duysen o De Cotiis. El ático, distribuido en dos plantas, que cuenta con una superficie de 950 metros cuadrados y una terraza de 250 metros cuadrados, no está en venta.

El objetivo de todos los implicados era conseguir un entorno de comodidad y calidez, en la antigua estructura de oficinas, icono de la Barcelona moderna. El edificio se ha alejado así del apodo El Winterthur y se ha acercado un poco más al segundo mote que le otorgaron sus ventanales cubiertos con parasoles, La casa de las cejas.