Cabezas de toro inmortales o la fascinación y controversia de la fiesta
Hace siglos que el toro bravo fascina al ser humano. Es un compendio mítico de poder, belleza y miedo que ha identificado durante decenios a la cultura española mediante la lidia. A menudo, tras su sacrificio en plazas o en fiestas populares, sus cabezas siguen siendo disecadas por taxidermistas para que luzcan como objetos decorativos. En estos inquietantes retratos resuena la pregunta por nuestra relación con este animal totémico. Y la controversia sobre la tauromaquia.
'Bucanero'. Toro de la ganadería Toropasión que se utilizó en un espectáculo en París en 2015 donde se hicieron diferentes acrobacias.Daniel Ochoa de OlzaEjemplar de la ganadería Palha soltado en las fiestas populares del Toro de la Bazanca en la localidad de Pollos (Valladolid).Daniel Ochoa de OlzaNº 8. Toro de la ganadería Arucci soltado en Rincón de Soto (La Rioja) el 29 de septiembre de 2016.Daniel Ochoa de OlzaJilguero.Ganadería La Quinta. Soltado en el encierro de Villaseca de la Sagra (Toledo) el 6 de septiembre de 2017.Daniel Ochoa de Olza'Palatino', nº 162 Ganadería El Torreón. Fue soltado en Illescas (Toledo) el 11 de marzo de 2017.Daniel Ochoa de Olza'Panterita', nº 5. Ganadería Lozano Hermanos. Soltado en Villalpando (Zamora) como IX Toro de la Juventud el 17 de agosto de 2017.Daniel Ochoa de Olza'Tuerto', nº 40. Ganadería La Cardenilla. Soltado en Illescas (Toledo).
El toro bravo adquiere una dimensión totémica cuando el taxidermista se ocupa de la “autopsia”, del pasaje hacia la inmortalidad. Más que disecar la cabeza de un animal, se trata de proporcionarle un espacio de mitificación, cuando no de idolatría. La cabeza de un toro se corta por la belleza del animal, pero acostumbran a privilegiarse los toros de triunfo o de tragedia. Ejemplares ilustres. Todavía cuelga en el museo de Las Ventas la testa de Perdigón, el ejemplar de Miura que acabó con la vida de El Espartero. Porque la cabeza del toro no es un trofeo de caza anónimo, ni tampoco un botín de guerra. Representa el culto a la fertilidad del dios Apis. Describe la devoción a Júpiter convertido en toro y evoca el último requiebro del laberinto del Minotauro. Es un símbolo aglutinador de la cultura mediterránea. Una advocación pagana que sugestiona al feligrés en su mezcolanza de poder, belleza y cornamenta de puntas de caramelo. Toros con nombre y con memoria. Símbolos inmortales que nos escrutan con sus ojos de cristal y que amenazan el insomnio de los toreros. Por RUBÉN AMÓN