El mercado de Sant Antoni, en Barcelona, acaba de volver a llenarse de productos frescos, de charla, de vida. Durante los nueve años que duró la rehabilitación, estuvo lleno de maquinaria y ruido. Estas imágenes documentan el proceso de resurrección de uno de los comercios más emblemáticos de la ciudad.
Vista general de las estructuras auxiliares de acceso al cimborrio del mercado.Asier RuaVarias hojas de sierra radial.Asier RuaUna lámina de drenaje —que se usa para proteger un muro de contención y se conoce como huevera— enrollada en forma de tubo.Asier RuaUn trabajador en su hora de descanso sobre un material aislante llamado porexpan.Asier RuaReflejo de la luz a través del hueco del rosetón.Asier RuaLuz láser para nivelación.Asier RuaUna pieza de giro de conducto de ventilación.Asier RuaContrapeso de hormigón elevado en el aire con ayuda de una grúa y cadenas.Asier RuaRedes protectoras en el interior del edificio.Asier RuaUn soporte de madera utilizado como base de corte de otras piezas.Asier RuaSeñalización en color azul y negro.Asier RuaEsperas —que sujetan la continuidad de la armadura de hormigón— con capuchones de protección rojos.Asier Rua