
“Fue un lunes a las seis de la tarde...”
Las niñas y mujeres víctimas de violación y violencia de género en Burundi sufren, además, la cultura del silencio e impunidad en torno a estos delitos y un sistema de atención precario

![Gloria [los nombres originales de las protagonistas de este reportaje han sido cambiados para proteger la identidad de las víctimas], de 17 años, todavía se está recuperando de las consecuencias físicas y psicológicas que arrastra tras ser maltratada, violada, quedar embarazada y, finalmente, abandonada. Su historia revela la dramática situación que afrontan muchas niñas y mujeres de Burundi. Las víctimas se enfrentan a servicios de salud deficientes, acceso limitado a información y un sistema de protección débil para prevenir la propagación de la violencia sexual y el cuidado de las afectadas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3L7FIEIGCZKNNNKP66KYQG26GY.jpg?auth=81f1df07d35cb3c95c29391cf94347b20599b6eca1268603ef44a36a0ee7c42e&width=414)

‘'Fue alrededor de las seis de la tarde, un lunes de enero de 2017. Él me llamó para vernos cerca de mi casa. Hablamos un poco, todo era normal. Al rato, me pidió que tuvieramos sexo y me negué. Entonces me pateó brutalmente la cabeza y luego me golpeó con el costado de un machete. Perdí el conocimiento. Mi último recuerdo fue cuando me estaba violando", cuenta Gloria.
Un miembro de la familia rescató a Gloria junto a la carretera cerca de su casa al día siguiente. La llevaron al centro de salud más cercano, donde no pudieron atenderla de sus heridas. Finalmente, fue trasladada al hospital del distrito con un diagnóstico de traumatismo craneoencefálico severo y lesiones en la parte genital.
Juan Haro (Unicef)
La psicóloga Esperance (a la izquierda) escucha a Gloria hablar sobre Innocent, su bebé de cuatro meses, nacido tras la violación. La oficina de Esperance se encuentra en una antigua habitación del Centro de Salud Mabanda, en la Provincia de Makamba, donde la luz natural y la pintura en la pared son escasas.
Unicef y sus aliados en Burundi están fortaleciendo la capacidad de recuperación de las víctimas, a las que proporcionan atención médica y apoyo psicosocial.
Juan Haro (Unicef)

Arlene, de 43 años, perdió a sus padres cuando tenía 12. En 2015 fue maltratada, agredida y violada por un hombre de su pueblo mientras trabajaba en los campos de cultivo cercanos a su casa. “No pude caminar durante días y sufrí un trauma emocional y psicológico. Perdí la fe en los hombres", cuenta Arlene.
Recibió atención sanitaria. Le hicieron la prueba del VIH y análisis de sangre, y recibió medicamentos y tratamiento psicosocial en el Centro de Salud St. George, en la provincia de Rumonge (Burundi). Gracias a la ayuda recibida, ha vuelto a caminar y se siente emocionalmente más estable.


Evelyne (derecha), de 38 años y madre de tres hijos, sufrió violencia doméstica y abusos por parte de su esposo cuando llegaba borracho a su casa. "Mis hijas lo miraban aterrorizadas. Todos los días me pegaba porque deseaba tener un niño en la familia y yo solo di a luz a tres niñas. Después de cinco meses de maltratos, no pude aguantarlo más. Decidí irme de casa con mis hijos y me divorcié de él", afirma Evelyne.
Gracias al apoyo de Cáritas Burundi, organización aliada de Unicef, Evelyne recibió el asesoramiento y la ayuda de Felicité (izquierda), su psicóloga. Después de seguir los consejos de pareja, su esposo se disculpó. Ella decidió perdonarlo y ahora viven juntos sin vuelta a la violencia del pasado.
Juan Haro (Unicef)

Solo un pequeño porcentaje de los casos de violencia sexual llega ante la justicia. A menudo, los supervivientes no denuncian violaciones y agresiones sexuales por temor al estigma, a sufrir represalias del autor, por la falta de información en las comunidades sobre los servicios de atención disponibles y por la ausencia casi total de asistencia sanitaria y psicosocial de calidad en las áreas rurales.
La estrategia nacional para combatir la violencia de género muestra que la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas (97%) en comparación con niños y hombres (3%). La infancia es particularmente vulnerable a las amenazas y los riesgos de la violencia sexual en Burundi.
Juan Haro (Unicef)

