Ahora en Berlín
Unos trenes de cercanías. Una estación de metro. Una sala de conciertos. Un paseo marítimo. Un mercadillo navideño. Causar sufrimiento y muerte en la aldea global es igual de sencillo que encender un fósforo, pedir una hamburguesa o atarse los cordones de unos zapatos. Ellos, que viven del odio y la sinrazón, lo saben. También conocen de nuestros miedos, de nuestra comodidad, de nuestros viajes a parques temáticos, de nuestras vacaciones, de nuestro inquebrantable compromiso con… nuestro equipo de fútbol; y de nuestro arrojo a la hora de insultar a un árbitro o al vecino del quinto. Y, como lo saben, estamos derrotados y a su merced. O dejamos de una vez nuestra zona de confort y pasamos a la acción o estamos perdidos.— F. Javier Santos. Porto do Son (A Coruña).
Alemania, Francia, Inglaterra, España... Toda Europa y el resto del mundo puede ser, ha sido y es objetivo del terrorismo yihadista. Se deben seguir mostrando las necesarias condolencias con cada una de las víctimas y sus familias, y demostrarles toda nuestra más sincera solidaridad. Pero a la par, es vital una política antiterrorista común en la que, de una manera real, se pongan todos los medios disponibles desde la unidad política, policial y jurídica de Europa y del mundo democrático para una verdadera lucha eficaz contra la lacra del fanatismo del terror. Más colaboración internacional en todos los aspectos, más refuerzos presupuestarios y más medidas eficaces y de autoridad contra todos aquellos que fomenten, colaboren, aplaudan y legitimen a esos asesinos terroristas. Desde la unidad y la legalidad, tolerancia cero con los intolerantes.— David García. Madrid.
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