Arquitectura del ni



Ni dentro ni fuera, ni para siempre ni flor de un día, ni icónica ni anónima, ni cara ni barata, ni planeada ni espontánea. Una arquitectura que se esfuerza por encontrar un acuerdo y ofrece un cruce de caminos entre ambiciones, compromisos y usos está brotando del acuerdo. Esa opción que se opone al desacuerdo indaga en una posibilidad dialogante en la que se cambia negación por pacto. Los proyectos ni rebuscan en el caudal de posibilidades que ofrece la intersección de intereses: el espacio intermedio como lugar en el que trabajar. Algo de eso ha sucedido en la Academia Red Bull que el estudio Langarita-Navarro ha levantado en el Matadero de Madrid.
Ni la empresa Red Bull pensaba montar su nueva academia temporal en Madrid ni María Langarita y Víctor Navarro podían imaginar que uno de sus encargos más rotundos les llegaría en medio del verano, con los proveedores a punto de cerrar por vacaciones y con poco más de un mes para idear, diseñar, construir e inaugurar la singular academia de música. La suma de limitaciones ha dado lugar a un poblado musical que es, además de un ejercicio de arquitectura flexible e ingeniosa, una propuesta capaz de integrar vegetación y construcción, apta para el plazo corto (un mes de festival) y el largo (un año de academia) y dotada también para permitir la convivencia entre trabajo, visitas, efervescencia musical, exposición de piezas de arte e invención arquitectónica.
Hacía calor cuando Langarita-Navarro, que habían trabajado en el depósito de especies del Matadero de Madrid, recibieron el encargo de levantar una academia para ochenta personas capaz de conectar con los músicos y con la gente del barrio. En realidad, la idea no era tanto sorprender como extender la sorpresa. Se trataba de conseguir un año de continuo descubrimiento. El encargo llegaba con alforjas, y con urgencia. Ciudades como Londres, Nueva York, Barcelona o Berlín habían acogido ediciones anteriores desde que en la empresa de bebidas energéticas decidieron invertir en academias temporales. Este año le tocaba organizarla a Tokio, pero el terremoto aconsejó cambiar de ubicación.
Con esa urgencia recibieron los arquitectos su encargo “un proyecto express” levantado con 200 euros por metro cuadrado y dividido en zonas de oficinas, estudio de grabación, sala de conferencias-cafetería y pabellones para los músicos invitados. Langarita y Navarro trataron de “crear comunidad, no solo de enlatar músicos”. Así, trabajaron a la vez aislando y conectando, empleando elementos reciclables ensamblados en seco sobre estructuras ligeras fáciles de montar y desmontar. Hoy el aspecto del lugar es escenográfico: un puñado de cabinas de contrachapado y varios senderos de plantas (ideados por el paisajista Jerónimo Hagerman) construyen un espacio que, lejos de parecer precario, tiene el aspecto de una comunidad. La antigua nave abierta del matadero protege y recoge la academia, el suelo de tierra batida construye un clima de recreo y los senderos de pino (restos de embalajes) apuntan hacia la privacidad.
El estudio de grabación está construido como una barricada, con sacos de arena, un “sistema constructivo de guerra”, explica Navarro. Para evitar el jamón y lo taurino, la nota local –que solicitaba la organización- la pone el interior de la cubierta del auditorio, forrada con toldos a rayas. Muchas de las sillas de tiras de plástico que amueblan la academia llegaron de México o fueron alquiladas en empresas que suministran a rodajes de películas. Así, el aspecto es nuevo y cuidado, pero también vivido, pensado para disfrutar más que para impresionar. Con todo, impresiona el torrente de imaginación y dedicación de un proyecto pensado de metro en metro pero cuidado centímetro a centímetro. El talento es lo que busca Red Bull para relacionar su bebida con el esfuerzo. También ellos hacen su parte y los logos de la empresa no aparecen por doquier etiquetando y asfixiando el lugar. Al final, lo que mejor habla de unos y de otros es que el proyecto se percibe como un lugar de intersección donde más que renunciar a ningún objetivo uno puede salir con nuevas ideas.
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