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El voto en blanco tumba a la rectora de la Autónoma de Madrid, clave en la bronca presupuestaria con el Gobierno de Ayuso

Nadie competía contra Amaya Mendikoetxea y, al no lograr el 50% de papeletas a favor, habrá nuevas elecciones en tres meses

La rectora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Amaya Mendikoetxea, el 27 de marzo en Madrid.
Elisa Silió

La actual rectora de la Universidad Autónoma de Madrid, Amaya Mendikoetxea, se presentaba sola a las elecciones, porque nadie quiere gestionar durante los próximos seis años una institución sumida en la miseria. Y, sin embargo, no parece que vaya a seguir en el cargo. Este martes, Mendikoetxea, clave en la partida que juegan los rectores con el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso para lograr salir de la asfixia financiera, ha sufrido un enorme varapalo en las urnas. Solo ha logrado el 44,6% de los votos ponderados, cuando la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) obliga a que sean el 50%. Volverá a haber elecciones en la UAM en tres meses y la incertidumbre es absoluta. La rectora, catedrática de lingüística inglesa, no ha anunciado ni que se retira del todo, ni que se volverá a presentar en una carta que ha hecho llegar a la comunidad universitaria.

La rectora ha contado con el apoyo del profesorado, pero de forma tibia. Solo el 48% de los 1.555 profesores titulares y catedráticos (sector 1, el voto con más peso) acudió a las urnas y el 59,3% la han respaldado. Un porcentaje muy similar entre los profesores sin vinculación permanente. Y el gran batacazo ha llegado entre los estudiantes (19% de los votos a favor), el personal de administración y servicios (31%) ―que suele ser conservador y votar a quien ya gobierna― y los contratados predoctorales (25%).

“Lo que ha pasado tiene algo de accidental, porque han sido unas elecciones sin pulso electoral, con la gente muy desconectada. Creo que muchos de los que votaron en blanco para dar un pellizco de monja hoy darían un paso atrás”, explica un profesor con experiencia en gestión. “Y luego ha habido un maximalismo de izquierdas y derechas que se abrazan. Personas que lo piden todo y ya. Aunque es verdad que había aspectos mejorables en la gestión”.

En su carta a la comunidad universitaria la rectora ha animado a que otros catedráticos se presenten a las elecciones: “Espero que todo el descontento que evidencian los resultados, se pueda encauzar a través de una o varias candidaturas en el este nuevo proceso electoral y que ahora sí haya personas dispuestas a dar un paso al frente para gobernar y defender los intereses de nuestra universidad en un escenario sumamente complicado”.

En 2021, Mendikoetxea, que había sido antes vicerrectora de Relaciones Internacionales y vicedecana de Filosofía y Letras, ganó en segunda ronda al catedrático de física de materia Rubén Pérez con el 54,1% de los votos ponderados. Entonces contaba con el respaldo del sindicato Comisiones Obreras, pero la relación se ha deteriorado mucho, aunque no han promovido ―al menos abiertamente― el voto en blanco. Se encontró con una deuda de entre 15 y 20 millones de euros.

César Pastor, responsable de Comisiones Obreras en la UAM, lo tiene claro: “Al PTGAS [administración y servicios] no se nos quiere, no se nos valora, se nos orilla”. Explica que hay dos focos de enorme encontronazo con la rectora y especialmente con la gerencia. Por un lado, que desde el pasado 1 de enero más de 50 personas con cargos altos de libre designación de ese colectivo han pasado a cobrar un complemento de productividad de 250 euros brutos mensuales para frenar la desbandada a otras administraciones, incluidas universidades, en las que se cobra más. Y el segundo es que en las oposiciones los trabajadores interinos no reciben los mismos méritos por antigüedad ni se les reconocen los méritos de formación como en otras universidades madrileñas. “Lo que nos dice el gerente es que se necesita sangre nueva”. Lpero, por contra, 150 interinos del PTG pasaron a ser funcionarios.

La Junta de Personal Docente e Investigador y su comité de empresa publicaron antes de las elecciones una carta abierta en la que pedían a la única candidata una mayor “transparencia en la gestión y sobre todo en la toma de decisiones que impliquen cambios en las condiciones laborales o reestructuración de la plantilla, que según legislación vigente, requieren de una negociación sindical, que se ha echado de menos en los últimos años”.

Tradicionalmente los alumnos no acuden a votar y esta vez lo ha hecho un 11%, una cifra histórica. En redes sociales había un movimiento fuerte para votar en blanco. Alternativa Estudiantil, que dice representar al alumno “patriota”, repartió octavillas pidiendo el voto en blanco para lograr “un sistema justo y proporcional, en el que el voto de los estudiantes tenga un peso real, y un rector que se preocupe por los alumnos”. Ahora celebra el resultado. En el otro extremo ideológico, Contracorriente y Pan y Rosas, de izquierdas, reclamaron el voto nulo porque Mendikoetxea “repite como cara institucional del militarismo, la represión y la universidad-empresa”, según argumentaron dos alumnas en un artículo en Izquierda Diario.

La coordinadora de asociaciones de Políticas, que agrupa a cinco colectivos, pidió también el voto en blanco. Su portavoz explica que durante el mandato de Mendikoetxea ha aumentado “la represión estudiantil”, dejando espacio a Alternativa Estudiantil, “una asociación fascista”, mientras no se rompían lazos con Israel y se precarizaban las subcontratas de cafetería o seguridad. A su juicio la rectora se ha posicionado “de forma ambigua” en el durísimo enfrentamiento con Ayuso. “Podía haber hecho mucho más”.

La Autónoma ha salvado las cuentas de los dos últimos años, en 2023 presupuestó más dinero que el que gastó en energía con la guerra de Ucrania de fondo. Trabajan en extrema precariedad. Por ejemplo, en Psicología ponen cubos en el hall para recoger el agua de las goteras, se clausuran espacios por miedo a derrumbes de techos... La Comunidad de Madrid ha reducido 12 veces su presupuesto respecto a 2007 para obra y reformas en las seis universidades. Gracias a la presión de los rectores, finalmente la UAM recibirá en forma de enmienda a los presupuestos 1,6 millones para obra nueva.

Los estudiantes han visto como se ha cerrado grupos en primero de los grados de Educación y Turismo, la tijera en materias optativas para ahorrar en profesores o cómo las partidas para actividades de las asociaciones estudiantiles o el servicio de apoyo psicológico se han visto muy menguadas, y eso previsiblemente habrá pasado factura a la rectora.

La UAM, además, repone apenas a la mitad de los que se jubilan y lo hace con ayudantes doctor, la categoría más baja, de forma que ahorran. Con la crisis de 2012 no se echó a nadie, pero se creó una bolsa de acreditados para ser profesores titulares y catedráticos ―demostraron sus méritos científicos para subir de peldaño― que empezó a resolverse en 2019. De forma que la plantilla se ha precarizado, otro punto en contra de la rectora. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades permite desde 2021 que por cada 10 jubilados se convoquen 12 plazas para paliar la sangría de profesores fijos, pero no hay fondos para aplicar esa tasa de reposición del 120 en ninguna universidad pública.

Las universidades madrileñas reciben apenas un 5% más que en 2009, lo que descontada la inflación de 15 años supone malvivir entre recortes. Mientras el exrector de la Politécnica de Madrid Guillermo Cisneros era poco dado al enfrentamiento con la Comunidad de Madrid ―Ayuso alabó su “lealtad” por dos veces en su despedida―, la rectora ha mostrado una cara mucho más combativa públicamente y de forma interna; también en la conferencia de rectores (CRUE), donde ha sido delegada de Igualdad y vocal.

En una entrevista con la agencia Efe la pasada semana la rectora dijo: “Es importante que nos presentemos ante la sociedad como una universidad con fuerza a la hora de sentarse a una mesa de negociación”. Se refería a la Ley de Enseñanzas Superiores que ultima el Gobierno de Ayuso, a la que se oponen frontalmente los rectores de la pública.


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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.
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