Trump deja a la intemperie a los más necesitados del planeta
El desmantelamiento de la agencia americana para el desarrollo es un golpe letal a la ayuda de millones de personas


La vida de la humanidad, decía el historiador estadounidense William H. McNeill, ha sido una lucha constante entre las personas y los agentes patógenos que las acechan, una dinámica que ha dejado cicatrices profundas en el tejido social, cultural y económico. Enfermedades como la sífilis, el cólera, la viruela y la malaria azotaron a millones de individuos durante siglos. Ese legado permanece vigente en Sudáfrica, epicentro de la mayor epidemia de VIH del planeta, donde cerca del 13% de la población adulta (unos 7,8 millones) vive con el virus. Hoy, la situación se agrava con la retirada de las subvenciones de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) a cientos de organizaciones de ayuda humanitaria y centros de investigación que buscan algún tipo de respuesta para hacer frente a este y otros desafíos del mundo en desarrollo que ha quedado a la intemperie.
La reducción en un 83% del presupuesto anunciada en marzo por Marco Rubio, secretario de Estado de EE UU, hará mella en África. Esta región ha sido el segundo beneficiario mundial del presupuesto de la USAID, tan solo por detrás de Ucrania. Allí fue el 40% del presupuesto de 2023, que en total ascendió a más de 42.450 millones de dólares (unos 37.260 millones de euros, al tipo de cambio actual), según ForeignAssistance.gov. El recorte toca de forma grave los programas de VIH en Sudáfrica, lo cual podría provocar más de 500.000 muertes y hasta medio millón de nuevas infecciones en la próxima década, de acuerdo con la Fundación Desmond Tutu para el VIH. De igual forma, decenas de ensayos clínicos se han detenido y centros de salud que atendían a poblaciones vulnerables entraron en parálisis. El golpe ha sido de tal magnitud que incluso se interrumpió el suministro de preservativos.
“Ha sido un shock enorme”, comenta Patrick Arbuthnot, director de la Unidad de Investigación de Terapia Génica Antiviral de Wits. Su equipo formado por biólogos moleculares desarrollaba un proyecto de vacunas de ARN mensajero contra la infección por VIH. En el grupo había científicos de ocho países africanos, con un presupuesto de unos 50 millones de dólares que cubría la investigación básica preclínica hasta los ensayos y el trabajo con comunidades. “Estábamos esperando los resultados de las vacunas de primera generación, que se habían aplicado a conejos, cuando se suspendió la financiación de la USAID, a finales de enero”, explica. “Hemos conseguido algo de dinero con una fundación filantrópica sudafricana llamada ELMA, que nos dará fondos para seis meses, pero no tienen recursos para sostener el proyecto”, abunda.
En total unos 10.000 contratos de USAID han sido cancelados, según las estimaciones de la Asociación Española de Fundraising (AEFr). En 2023 (el año más reciente para el que se dispone de datos prácticamente completos), la nación de América del Norte desembolsó 71.900 millones de dólares en ayuda exterior (unos 20.000 millones de dólares se destinan a asistencia militar). “La disolución perturbará significativamente la respuesta y la vigilancia de enfermedades infecciosas en el África subsahariana”, dicen en un informe los expertos de Think Global Health. Solo en el año fiscal 2023, la asistencia exterior estadounidense invirtió 10.600 millones de dólares en la lucha contra el VIH y 1.500 millones de dólares adicionales en abordar amenazas emergentes para la salud pública, como el ébola, la malaria y la tuberculosis, principalmente en esa región.
La ayuda y la labor de grandes organizaciones está en vilo. “La financiación de Unicef para la respuesta humanitaria está en peligro”, afirma José María Vera, director ejecutivo de la organización en España. “Sin nuevos fondos, los recortes previstos podrían significar un déficit de más del 40% de los fondos dedicados a emergencias en África oriental y meridional, del 35% en Oriente Próximo y África septentrional, del 30% en África occidental y central, y de cerca del 50% en América Latina y el Caribe”, agrega. “Estamos analizando todos los aspectos de nuestras operaciones, incluida la dotación de personal, con el objetivo de centrarnos en lo que realmente importa a los niños: que sobrevivan y se desarrollen. La situación en la que nos encontramos es la de una crisis mundial de financiación”. Para este año, Unicef prevé una reducción de al menos el 20% de los recursos de los donantes con respecto a los niveles de 2024.
Para Acción contra el Hambre España, la situación los ha obligado a reestructurar operaciones, reducir personal local y paralizar proyectos estratégicos en tres continentes. “El 30% de los fondos de Acción contra el Hambre provienen de financiación directa e indirecta de Estados Unidos”, señala Manuel Sánchez-Montero, director general de la ONG en España. “De ahí que hayamos tenido que realizar una honda reflexión sobre los ajustes”, comenta. La organización trabaja, como muchas otras, en la búsqueda urgente de fondos alternativos que permitan mantener sus servicios mínimos de salud, nutrición y protección a las poblaciones vulnerables. Internacionalmente, añade Arbuthnot, fundaciones como Bill y Melinda Gates, por ejemplo, se han visto un poco desbordadas por la gran solicitud de nuevas ayudas. En total, cerca de 50 programas de Acción contra el Hambre se han visto afectados, con suspensiones totales o parciales de programas esenciales en África, América Latina y Asia, lo que ha conllevado la reducción global de un 10% de las personas que trabajan en el terreno.
Un impacto dramático
“En un momento en el que casi 200 millones de niños de todo el mundo dependen de la ayuda para salvar sus vidas, algunos de los países más ricos del mundo están dando la espalda a la infancia y recortando sus presupuestos”, dice Vicente Raimundo, director de Programas Internacionales de Save the Children España. En total, cerca de 100 programas han sido totalmente paralizados por esta organización. “Muchos otros se han suspendido parcialmente, lo que va a impactar en unos 10,3 millones de personas”, detalla Raimundo. Las mujeres que viven en campos de refugiados han tenido que dar a luz sin ningún tipo de asistencia médica. Algunos programas de vacunación se han paralizado. “Hay casos como el de Sudán, que vive una de las mayores crisis humanitarias en el mundo, donde más de un millón de personas se verán privadas de atención nutricional y médica. O en República Democrática del Congo cientos de miles de personas dejarán de recibir tratamiento para enfermedades como la viruela o el cólera”. La situación es alarmante: un 25% del presupuesto global que Save the Children internacional destina a proyectos de ayuda internacional o cooperación se ha visto afectado.
Javier Ruiz Gaitán, consejero delegado de World Vision España (que trabaja con niños, jóvenes, familias y comunidades para reducir la pobreza y la injusticia), explica que el sistema multilateral de Naciones Unidas, especialmente el Programa Mundial de Alimentos, podría verse afectado al ser uno de los socios principales.
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