Hacia una sociedad sin dolor crónico: 25 años de avance, conciencia y esperanza
En España, más de nueve millones de personas padecen dolor crónico, una afección que pasa desapercibida. Hoy, gracias a la Fundación Grünenthal, que cumple sus bodas de plata, nuevos estudios ahondan en su conocimiento y contribuyen a mejorar la calidad de vida de pacientes y cuidadores

Puede la ciencia poner cifras al impacto individual y social que causa el dolor crónico? Cuando salir a la calle, dormir, trabajar o relacionarse con otros provoca un sufrimiento invisible y persistente, los datos son claros sobre las secuelas que esta dolencia deja en la vida de los pacientes, sus familias y entorno.
“No se trata de poner precio al dolor, sino de evidenciar su alcance humano, social y sanitario para impulsar una respuesta proporcional y consciente”Juan Quintana, director de la Fundación Grünenthal
El dolor crónico está catalogado como una enfermedad en sí misma por la Organización Mundial de la Salud (y no un síntoma de patologías subyacentes), que dura más de cuatro días a la semana, durante más de tres meses. Según los informes Barómetro del Dolor Crónico en España y El Impacto del Dolor Crónico en el Bienestar Social, elaborados por la Fundación Grünenthal, en colaboración con el Observatorio del Dolor de la Universidad de Cádiz en el primero de los casos, y con la consultora Kreab en el segundo, más de nueve millones de personas, —un 25,9% de la población adulta española—, sufre esta condición médica. La Fundación Grünenthal es una entidad sin ánimo de lucro que nació en el año 2000 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor, mediante la investigación, divulgación y sensibilización del impacto que tiene esta enfermedad y el desarrollo de iniciativas sociosanitarias que contribuyan a mejorar el bienestar de los pacientes.
Tres ejes de actuación
La Fundación Grünenthal celebra su 25 aniversario y continúa su labor para mejorar la vida de los pacientes y el abordaje del dolor, mediante la sensibilización, investigación e intervención sociosanitaria con un enfoque biopsicosocial, que entiende el dolor como una experiencia que no solo afecta al cuerpo, sino también a la mente y al entorno social del paciente. Esta visión integral permite desarrollar intervenciones más efectivas y humanas.

Estos tres ejes de actuación se han consolidado a través de grandes hitos como la creación de los Premios de Investigación en Dolor/Juan Antonio Micó y los Premios de Periodismo, el impulso de la Cátedra del Dolor Infantil de la Universidad Rovira i Virgili Fundación Grünenthal, o la Cátedra de Dolor de la Universidad de Cádiz, que continúa su trabajo de divulgación a través del Observatorio del Dolor.
“Proyectos mucho más recientes, como el Barómetro del Dolor, publicado en 2023, se han convertido en una referencia para los profesionales de la salud, investigadores y gestores públicos. Estudios como el Impacto del Dolor Crónico en el Bienestar Social, publicado en 2025, o el Mapa Interactivo del Dolor son también importantes y recientes aportaciones en este campo”, detalla Juan Quintana, director de la Fundación Grünenthal.
Iniciativas pioneras de la fundación, como el ‘Barómetro del Dolor’, el ‘Mapa Interactivo del Dolor’ y diversas cátedras universitarias, promueven el conocimiento y la formación especializada para combatir esta enfermedad
Radiografía del dolor en España
El perfil de la población afectada por dolor crónico en España se caracteriza por una mayor prevalencia en mujeres, con una edad media de 51 años. Este sufrimiento suele alargarse durante más de seis años, con una intensidad de 6,8 sobre 10 (dolor insoportable), lo que supone serias limitaciones en su vida diaria. El dolor no solo puede afectar al desempeño laboral, sino que también altera el estado anímico de los pacientes, con mayor incidencia de trastornos del sueño y estrés emocional.
Con todo y con ello, más del 27% de las personas con esta enfermedad no conocen la causa subyacente, por lo que tampoco pueden recibir el tratamiento adecuado. Según los estudios de la Fundación Grünenthal, un 13,2% de los pacientes declara sufrir dolor generalizado en todo el cuerpo; un 33,1% presenta dolor en extremidades y articulaciones, un 28% en la espalda, un 10,6% en cuello y cervicales y un 9,1% sufre cefaleas.
Más allá del trabajo, tareas vitales como levantarse o sentarse, vestirse, asearse, alimentarse o dormir se convierten en un padecimiento habitual que también afecta a la salud mental: un 27,6% de los pacientes con dolor crónico sufre ansiedad y un 22,2% padece depresión. El Barómetro ha permitido, además, presentar un análisis específico por patologías —como la osteoporosis, la lumbalgia o la migraña—, y diferenciar la incidencia por comunidades autónomas, con informes regionales y datos detallados sobre la prevalencia del dolor crónico y su impacto en cada territorio, que se puede consultar en el Mapa Interactivo del Dolor, disponible en la web de la fundación.
¿Cuánto ‘cuesta’ el dolor crónico en términos de calidad de vida? Se estima que la pérdida de bienestar provocada por el dolor crónico intenso asciende a más de 47.900 euros al año por paciente. Incluso en personas que sufren dolor menos severo, ese coste supera los 18.900 euros anuales. La metodología que ha permitido obtener el modelo econométrico del estudio El Impacto del Dolor Crónico en el Bienestar Social se basa en la investigación de Daniel Fujiwara (The Social Impact of Housing Providers), que permite cuantificar el coste económico que necesitarían asumir los pacientes para compensar la reducción de su calidad de vida.

Más de un tercio del PIB
Esta cifra, en total en España, supondría un coste de 479.165 millones de euros anuales, lo que equivale al 32,8% del PIB español de 2023. Si se tiene en cuenta el deterioro progresivo que provoca el dolor crónico en los pacientes y su entorno durante años, el valor acumulado por esta pérdida de salud ascendería a 10,72 billones de euros, es decir, más de siete veces el PIB español de 2023. Una cifra muy superior a la carga económica asociada al dolor crónico, como suma de los gastos para el sistema sanitario, laboral, social y económico, que en nuestro país se estima en un 2,5% del PIB.
“En este estudio no se analiza el impacto en la economía, sino que hemos abordado el coste humano y personal del dolor crónico. Algo muy difícil de cuantificar, pero que puede ayudar a generar conciencia. En ningún caso se ha pretendido proponer una remuneración equivalente al valor estimado del dolor, que es incalculable, sino ilustrar la relevancia y el impacto de esta enfermedad para los pacientes, su entorno y la sociedad”, describe Juan Quintana.
A estos proyectos se suman iniciativas solidarias como la Expedición Solidaria Ruta Stop Dolor a Ecuador, que llevó a 40 voluntarios sociosanitarios a regiones desfavorecidas de los Andes para proporcionar asistencia médica y sanitaria entre la población local. Recientemente, el trabajo de concienciación social sobre el dolor ha llevado a la Fundación Grünenthal a colaborar con el Museo Thyssen-Bornemisza en la exposición virtual Pintura y dolor, que explora y analiza las muestras de dolor físico, emocional y espiritual a través del arte, en obras como El Tío Paquete, de Goya, Los santos médicos Cosme, Damián y Pantaleón o Retrato de Giovanna degli Albizzi, que recogen distintas implicaciones del dolor. Después de 25 años de trabajo, el compromiso de la Fundación Grünenthal sigue más vivo que nunca: dar visibilidad a quienes sufren en silencio, impulsar el conocimiento y avanzar hacia una sociedad donde vivir sin dolor no sea un privilegio, sino un derecho. Más información en www.fundaciongrunenthal.es
Evolución en la forma de comunicar: hacia un optimismo crítico
En los últimos años también ha cambiado la forma de divulgar el dolor crónico en los medios de comunicación. Después de analizar 550 piezas informativas galardonadas en los Premios de Periodismo de la Fundación Grünenthal, de las más de 1.000 candidaturas recibidas y más de 180.000 euros repartidos en premios, gracias a la inteligencia artificial se ha observado un cambio de tendencia informativa. Desde un enfoque pesimista, con poca esperanza en avances inmediatos, como recogían las informaciones de 2009, hasta un enfoque de optimismo moderado a elevado entre 2013 y 2019, donde se valoraba el reconocimiento de la enfermedad y se puntualizaban las barreras en el diagnóstico, acceso y tratamientos innovadores. En los últimos cinco años se ha observado un enfoque integrador en los medios de comunicación, con un optimismo crítico, que destaca los avances en investigación y política, sin olvidar las barreras que aún existen.