¿Reducir la velocidad o el consumo?

La reducción de la velocidad máxima en autovías y autopistas es una medida impopular, que muy probablemente haga perder votos al partido del Gobierno.

Es también una medida autoritaria, o por lo menos no liberal. Dado el precio del combustible, ¿por qué no dejar a cada cual decidir si su tiempo vale el dinero que ahorra yendo más despacio?

El Gobierno no justifica la medida por su rentabilidad electoral ni por su respeto a la libertad, sino en nombre de la economía. ¿Es la disposición al menos económicamente eficiente? Tampoco. Concedamos que la reducción ahorre el 10% del combustible. En un turismo normal, eso significa medio litro cada 100 kilómetros, 0,60 euros al precio actual, 0,75 céntimos si el petróleo subiera a 1,5. Ahora bien, como lo que se ahorrar en combustible se pierde en tiempo (e=tv), los 100 kilómetros se harán en 55 minutos en vez de en 50. Se ahorran de 0,60 a 0,75 euros en cinco minutos, es decir, de 7 a 9 euros a la hora. Toda actividad económica que produzca más de eso (prácticamente todas) sale perdiendo con la nueva disposición.

Así que, repito, ¿por qué el Gobierno no se limita a informar a los conductores de la magnitud del ahorro, dejándoles decidir si les merece la pena el cambio de ahorro por tiempo? Si lo que quiere es ahorrar, ¿por qué no sube los impuestos hasta, por ejemplo, igualar los precios de los derivados del petróleo con los de la vecina Francia? La medida sería también impopular, de acuerdo, pero por lo menos respetaría la libertad individual y no dañaría la eficiencia económica.