El pelo de las ranas
María Martín, una mujer de 86 años que perdió a su madre en la guerra, recuerda lo que le decían a su padre las autoridades franquistas cuando él iba a reclamar que le dejaran buscar los restos de su mujer. Le dejarían "cuando las ranas criaran pelos". Ahora, cuando ha arreciado la burla reaccionaria contra los legítimos deseos de encontrar a los desaparecidos, esta anciana le escribió al magistrado que ha abierto el proceso contra el juez Garzón. Dice María: "Y, por favor, no sean malos y manden la autorización para recoger los restos, y con todo mi dolor les envío un saludo de esta mujer que sigue esperando que las ranas críen pelo".
Es un documento que se junta, como una ola, a los testimonios que rescatan para la actualidad una historia que la España reaccionaria quiere mantener cerrada bajo la pesada losa del franquismo intocable. A Garzón no lo procesan sólo por sus presuntos errores en el trabajo de instrucción; la gente interpreta que de lo que se trata es de borrar el pasado desvergonzado de la tiranía.
La indignación que ha producido el éxito de la querella de dos entidades ultraderechistas (una de ellas, Falange) ha hecho revivir sentimientos que parecían ya anclados en la melancolía histórica. La profusión de banderas republicanas, en estas fechas en que se cumplen los 79 años de la República, coincide con un revival civil que reclama atención sobre los valores de aquel momento y respeto para aquellos que sufrieron persecución por sus legítimos ideales políticos.
En esta ola en que la memoria ya rompe las puertas del silencio se alzaba ayer la voz de Miguel Hernández. La celebración de su centenario coincidía con la reedición de las obras completas del poeta de Orihuela y actores, escritores y políticos pusieron voz a sus poemas en el teatro Lara en una jornada a la que bautizaron como El verso que no cesa. Entre ellos estuvo el escritor Luis García Montero, uno de los encerrados junto a Pedro Almodóvar y otros en defensa de Baltasar Garzón.
Miguel Hernández fue víctima de un tiempo ignominioso sobre el que es legítimo investigar, aun cuando haya que aguardar a que las ranas críen pelo. Aunque sea en Argentina.
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