Feminismo con velo

Reconozco que siento mucho respeto por el empuje e idealismo de Ilham Moussaïd (EL PAÍS, 21 de febrero), pero no puedo compartir su concepto de feminismo. Probablemente Ilham puede dedicarse a su actividad política, sentirse libre y reivindicar símbolos como el velo porque vive en Francia y, como ella misma reconoce, es francesa.

Mi experiencia trabajando en un país musulmán es que el velo es parte de una forma de vestir, de vivir y de entender la religión que relega a la mujer a un segundo plano, subordinándola al mundo masculino. Sólo en la intimidad de su hogar la mujer puede desprenderse del velo, pero hay mucha más simbología que demuestra el desprecio hacia las mujeres como, por ejemplo, el que un hombre "religioso" no da la mano a una mujer. La presión social es muy poderosa y aunque hay mujeres que escogen o aceptan esa forma de entender el islam, la mayoría se pone el velo para evitarse problemas.

Curiosamente, lo que es una obligación social o religiosa en muchos países musulmanes se convierte en una reivindicación del islam y de libertad en Europa. No niego que en Europa pueda haber islamofobia, aunque yo creo que más bien hay rechazo ante costumbres, símbolos y conceptos enterrados hace tiempo tras décadas de lucha por la igualdad.