Miedo frívolo

Un anuncio muy popular estos días dice que debemos "volver a imaginarlo todo" en aras de una nueva conciencia social y ecológica. No es más que publicidad, claro. La realidad es que en los últimos tiempos en España sobrevivimos instalados en el pavor egoísta, acongojados ante el mundo que nos circunda y que amenaza nuestra pequeña finca de bienestar. Vivimos al ritmo de los dictados que marcan los informativos y la prensa diaria, con su visión catastrofista de nuestro entorno más próximo. La necesidad la marcan las audiencias que genera la noticia repetida hasta la psicosis. Tan pronto toca atemorizarse del inmigrante que nos va a dejar a todos en el paro, como de una huelga de transportes que vaciará nuestras despensas sumiéndonos poco menos que en una hambruna.

En un tiempo en el que la realidad menos cercana (la que marcan los países del Tercer Mundo) recrea de verdad ese panorama dramático, resulta bastante bochornoso observar cómo vaciamos despavoridos las estanterías de nuestros supermercados o cómo las encuestas nos devuelven como una bofetada la realidad de nuestros temores exagerados acerca de una crisis que, sobre todo, están sufriendo esos mismos inmigrantes que acabamos de mencionar.

No hay más que ver cómo, de golpe, se han vaciado los bares, las discotecas, los restaurantes y las agencias de viaje, y cómo muchas otras "necesidades básicas" se han visto inmediatamente resentidas y aparcadas a la espera de tiempos mejores. Esperemos que las seguras victorias de la selección española consigan arreglar un poco este sinvivir.