El juego de Homero

Toda la vida los escritores han recurrido al legado literario para reinventar y crear. Desde el infante don Juan Manuel en el siglo XIV y su recopilación de relatos en El conde Lucanor, pasando por William Shakespeare que reinterpretó muchas obras griegas, que a su vez se han convertido en un alfaguara inagotable, o James Joyce a comienzos del siglo XX con su visión del Odiseo homérico en Ulises, hasta Zadie Smith que ofrece una nueva visión del Regreso a Howards End, de E. M. Forster, en Sobre la belleza.

Un ejemplo aplaudido es la versión de Alessandro Baricco de Ilíada, en 2004, que realizó para una lectura pública y que luego se editó. Lo hizo sin cambiar el tiempo ni el espacio de la epopeya. Un trabajo que es la suma de casi todas las rutas literarias que han cogido los escritores españoles del proyecto 451.Re:. El autor italiano lo cuenta en el prólogo de su libro. Primero hizo cortes del texto, para "reconducir la lectura a una duración compatible con la paciencia del público moderno", con una eliminación esencial pero que agiliza la obra sin perder belleza: quitó a los dioses, "por ser, quizá, la parte más ajena a la sensibilidad moderna". El segundo punto fue el estilo: modernizó el léxico y eliminó arcaísmos. En tercer lugar cambió el narrador, el punto de vista pasó a ser la primera persona y ahora la epopeya es contada por 17 de sus personajes como Helena, Aquiles, Patroclo, Héctor o Andrómaca . Por último, hizo algunas adiciones propias que van en cursiva para no crear equívocos en el lector y éste sepa muy bien qué es de Homero y qué es suyo. Como colofón, esta Iliada es la paradoja de la paradoja porque la obra ha sido traducida a muchos idiomas, lo cual crea nuevas versiones de la versión original. Espejo y circularidad de la creación.