Chávez, el viajero
El presidente venezolano Hugo Chávez aún no ha concluido una larguísima gira mundial en la que se ha dedicado ante todo a utilizar la opulencia que le otorga el precio del petróleo (quinto exportador mundial) para comprar armas y favores políticos, forjar alianzas con regímenes antidemocráticos y aplaudir la represión de las libertades. El viaje deja claro que, con las arcas repletas de petrodólares, Chávez no se conforma con un liderazgo regional en el subcontinente americano y que ambiciona un protagonismo en algo parecido a una alianza mundial contra EE UU, en la que se unan los más variopintos regímenes antidemocráticos. Para ello, nada más útil que ese puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cuya consecución es el primer objetivo de la gira.
Resulta evidente a estas alturas que la capacidad de intervención de Chávez y su influencia en Latinoamérica se han multiplicado en estos últimos dos años. Y que se han equivocado aquellos que en un principio pensaron que el histrionismo personal del presidente venezolano quedaría reducido a folclor gracias a las fuerzas correctoras del mercado, del predominio general de la idea democrática y de los equilibrios generales de intereses.
Chávez comenzó la gira con su aparición estelar como líder del nuevo miembro de Mercosur, una organización languideciente a la que quiere convertir en un frente antiestadounidense. Allí estuvo acompañado por Fidel Castro en sus diatribas contra Estados Unidos. Viajó después a Bielorrusia, la última dictadura comunista de Europa, donde aplaudió la represión de la oposición y de las libertades a la que se aplica con fervor Lukashenko. En Rusia ha encontrado a un presidente Putin mucho más dispuesto a venderle armas que a unirse a su retórica incendiaria, pero en cualquier caso muy receptivo a utilizar los lazos que los unen como puntales de la producción energética.
En Irán, su última etapa por el momento, Chávez ha sido recibido como el gran aliado en la lucha contra el capitalismo. Pero también, y esto debiera saberlo el líder venezolano, contra las libertades, la democracia y todos los valores bolivarianos que tanto le gusta evocar. Una visita a Vietnam va a ser el colofón de un viaje perfilado desde Caracas como un intento de coordinar un gran frente antidemocrático que, con la excusa del antiimperialismo, alimente a las fuerzas antioccidentales allá donde se encuentren. Es hora de que las democracias europeas y latinoamericanas sean conscientes de ello en sus tratos con Chávez.
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