Precariedad de los 'ramón y cajal'

En plena conmemoración del centenario de la concesión del Premio Nobel al científico Santiago Ramón y Cajal, los investigadores que tenemos el honor de llevar el nombre de este prestigioso médico español en nuestros contratos y que pertenecemos a la primera convocatoria (2001) hemos entrado en el último año de su disfrute sin tener claro el futuro laboral.

Nuestro premio por haber superado la última de las evaluaciones hechas a nuestra actividad científica por parte de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) ha sido la concesión de un certificado de incentivación científica en el marco del Programa I3. Sin embargo, éste, lejos de garantizarnos la estabilidad y la continuidad laborales esperadas en los centros de investigación a los que pertenecemos, sólo se limita a reconocer nuestra trayectoria científica como investigadores de alto nivel.

En el caso de la institución en la que soy investigador contratado, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), apartir de noviembre de este año, 67 investigadores nos iremos al paro. Y ello ocurrirá ante la indolencia de nuestros políticos que tanto han pregonado en estos años sobre la necesidad de profundizar la política científica a través del programa I+D.

¿Dónde están las medidas de incorporación y estabilización de investigadores cualificados tantas veces anunciadas por el Ministerio de Educación y Ciencia?

¿Será el despropósito que se va a cometer con nosotros el homenaje que los responsables de la política científica española tienen reservado para conmemorar el centenario de la concesión del máximo galardón internacional de la ciencia a Ramón y Cajal?