Turquía y el kemalismo

El encausamiento del escritor turco Orhan Pamuk por un tribunal de Estambul por "insultos a la identidad turca" es algo más que una demostración de lo mucho que debe mejorar ese país para formar parte de la Unión Europea. La acusación, tan grandilocuente como borrosa en la niebla de las identidades, deja claro que el islamismo no es el único -quizá tampoco el principal- escollo para que Turquía se convierta en la sociedad abierta por la que luchan desde hace tiempo hombres como Pamuk.

El nacionalismo kemalista impregna todavía hoy unas estructuras de poder corruptas, obsoletas y autoritarias incompatibles con un Estado de derecho digno de tal nombre. La evidente amenaza del fundamentalismo religioso no debe hacernos olvidar la naturaleza antidemocrática y reaccionaria del nacionalismo militar, en este caso, turco.

Sólo si es capaz de depurar esas estructuras de elementos y vicios del antiguo régimen, podrá Turquía homologarse a las sociedades libres occidentales. Que Orhan Pamuk pueda acabar en la cárcel por recordar el genocidio de armenios y kurdos a manos del Ejército otomano demuestra que queda mucho camino por recorrer.