"Le pido que siga defendiendo los derechos humanos"

Cada vez que se aproximan las elecciones, pongo mis esperanzas en las personas a las que voy a votar y espero de ellas que cumplan con su cometido, que desde mi punto de vista es el de responder a las necesidades reales de la sociedad que les ha elegido y solventar sus problemas. El día 17 votaré con la esperanza de que el Parlamento que surja de las urnas sea capaz de cumplir esos objetivos y ofrecer soluciones a nuestros problemas, en lugar de ser un escenario en el que actúen personajes cuyo único objetivo es el de obtener beneficios políticos en otros foros a costa de nuestro futuro.

Si en primer plano están los problemas de la vida diaria, como pueden ser la vivienda, el trabajo, el transporte, la educación y otros, el telón de fondo ante el que todos ellos se presentan es la violencia. No me refiero únicamente a los métodos violentos que utiliza ETA, sino también al concepto de violencia utilizado como arma arrojadiza por algunos políticos y a la conculcación de derechos humanos, con la excusa de que se hace para luchar contra el terrorismo.

Estoy orgullosa de mi país, de sus habitantes que han sabido mantenerse al margen de esa violencia, aunque hay quien intenta hacer creer que es por indiferencia o cobardía.

No soy vidente y no sé si el camino que usted ha emprendido es el acertado, pero creo que es la única salida seria y comprometida que la clase política nos ha presentado hasta el momento.

No le pido, lehendakari, homenajes, ni calles, ni monumentos que lleven el nombre de mi marido, porque sé que el tiempo todo lo borra, y su nombre sólo significará algo en las listas de los asesinados por ETA. Pero para aquellos que le quisimos será mucho más, infinitamente más.

Lo que sí le pido, lehendakari, es que el fin del terrorismo y la defensa de los derechos humanos individuales y colectivos siga siendo su objetivo principal.

Estoy convencida de que continuará usted luchando a diario, incluso por los derechos de aquellos que no son santo de mi devoción, como por ejemplo los asesinos de mi marido, y mientras usted lo haga en nombre de esta sociedad, yo me sentiré obligada a respetarlos.

Quiero que tengamos un futuro en paz para poder sobrellevar un pasado violento. Cuento con usted. Un abrazo.

Cristina Sagarzazu es viuda de Ramón Doral Trabadelo, asesinado por ETA el 4 de marzo de 1996 en Irún. Doral, de 36 años, era suboficial de Información de la Ertzaintza y ex jefe de la lucha antiterrorista en Guipúzcoa.