Un suicida palestino de 16 años mata a tres israelíes en Tel Aviv
El Frente Popular para la Liberación de Palestina se atribuye el atentado
Amer Abdel Rahim, de 16 años, se convirtió ayer en el suicida más joven de la Intifada palestina. A las once de la mañana accionó el detonador de un cinturón bomba en un concurrido mercado de Tel Aviv: tres personas perdieron la vida y otras 30 resultaron heridas. El Frente para la Liberación de Palestina, una organización laica de tendencia nacionalista árabe-marxista y vinculada al régimen de Damasco, se hizo poco después responsable de la autoría.
La muerte del joven Amer, vecino del campo de refugiados de Askar, en los suburbios de la ciudad cisjordana de Nablús, supuso un mazazo inesperado para sus familiares, sobre todo para su madre, Samira, quien entre gritos de dolor dijo: "Es inmoral enviar a alguien tan joven a cometer un suicidio (...). Deberían haber enviado a un adulto, que comprende el sentido de sus actos". Amer abandonó hace meses sus estudios primarios en la escuela del campo de refugiados y ya intentó suicidarse días atrás en Jerusalén, pero el comando que le acompañaba canceló la operación ante la imposibilidad de franquear los cordones policiales que rodean la ciudad.
El muchacho se suicidó finalmente ayer, a las once de la mañana, en el mercado de El Carmel, al sur de Tel Aviv. Amel se situó entre un puesto de legumbres y una tiendecita de productos lácteos. La explosión destrozó su cuerpo y provocó la muerte a dos mujeres y a un hombre y heridas a una treintena de personas, algunas de ellas muy graves. Pocos minutos después, la policía israelí detuvo en esa zona a dos jóvenes, al parecer vinculados con este ataque. Se trata del atentado numero 116 desde que se iniciara la segunda Intifada hace cuatro años.
La reivindicación del Frente para la Liberación de Palestina, que apenas ha utilizado los suicidios como arma de guerra, abre de nuevo la posibilidad de una operación de castigo israelí contra posiciones de esta organización en Siria. Ya en la noche de ayer, tres palestinos murieron por disparos de soldados israelíes en la ciudad de Nablús, en el norte de Cisjordania, según fuentes de la sanidad palestina.
El atentado de Tel Aviv supone un desafío a los sectores palestinos más moderados, que tratan de gestionar con tranquilidad y sin sobresaltos el vacío de poder creado por la repentina ausencia del presidente Yasir Arafat, hospitalizado desde el viernes en Paris. Pero sobre todo se trata de un acto de provocación dirigido al Gobierno israelí, que había anunciado la posibilidad de establecer el diálogo con una dirección palestina creada para gestionar una posible era pos-Arafat.
"La explosión demuestra que nada ha cambiado en la Autoridad Palestina. Hasta que no tomen medidas concretas para eliminar el terror, efectúen reformas y pongan fin a la incitación de la violencia, Israel continuará con su política", aseguró el primer ministro israelí, Ariel Sharon, a un grupo de diputados del Likud, con los que se había reunido en la Knesset después del atentado. La acción del Frente para la Liberación de Palestina puede añadir gasolina al de por sí acalorado debate sobre el plan de Sharon para la retirada de Gaza. Los diputados debatieron ayer en el Parlamento un paquete de medidas en las que se establecen las compensaciones económicas que recibirán los 8.000 colonos israelíes de los 21 asentamientos de Gaza.
Mientras, desde París empiezan a llegar mensajes tranquilizadores sobre la salud del presidente Arafat. Sus allegados aseguran que se encuentra mucho mejor, aunque exhausto tras un fin de semana de tratamientos y pruebas. Se espera que entre hoy y mañana se conozcan los primeros resultados y se pueda establecer el origen de su enfermedad.
Portavoces del entorno de Arafat desmintieron las informaciones difundidas por diversos medios de comunicación en los últimos días, según las cuales el presidente tiene disminuida su capacidad mental y le es difícil coordinar las palabras y los pensamientos.

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