Fascistas

Pensaba decir que escribía para mostrar mi respaldo a la Universitat de València, dada la agresión de que ha sido objeto su librería. Pero inmediatamente me corrijo. No puedo limitarme a proclamar esa solidaridad: soy parte agredida. La rabia ha de ser general: con pintadas jactanciosamente incultas y amenazadoras todos hemos sido atacados, seamos componentes o no de dicha institución.

Parece un tópico, pero es un diagnóstico exacto y cierto: los malos modos, la rudeza, el desplante chulesco, la ostentación de la violencia, la conducta retadora son la antesala del fascismo. Es cansado y triste que los más cazurros de la localidad regresen para exhibirse, para exhibir eso, la fuerza bruta. Sin embargo, como decía Joseph Conrad, la fuerza bruta no es "nada de lo que pueda uno vanagloriarse cuando se posee, ya que la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros". Pero no somos débiles. Nos asiste el Estado de Derecho y ante la agresión acuadrillada y vandálica, la mala índole y la amenaza, no habrá tolerancia culpable. Si lo invocamos no es porque seamos acomplejados burgueses o tímidos universitarios, sino porque el Estado de Derecho es empresa de libertad y es una garantía ciudadana por la que vale la pena batirse: la garantía de que cada una de nuestras librerías, de nuestras viviendas, de nuestras instituciones no será reventada por la embestida ufana de los brutos.