Un supermercado de besos
La artista Patricia Gómez refleja la falta de afectos y el exceso de consumismo en una muestra en la Universidad de Alicante
Podemos besar, al menos, de 86 formas distintas. Hay besos familiares, picantes, calientes, de mariposa, con lengua, con morros, besos de amor o de compromiso, hay besos de saludo, de emoción... Todo un universo sensual, el del beso, que la artista Patricia Gómez expone en el Museo de la Universidad de Alicante (MUA). "La falta de cariño y afectividad en determinadas personas en la sociedad actual y, por otra parte, el consumismo imperante me llevó a plantear esta reflexión", comenta esta joven artista que nació en 1970 en Alicante y que ahora reside en Murcia, donde acaba un curso de doctorado y ofrece clases de pintura.
Patricia Gómez acaba de inaugurar la exposición la Caja de resonancia, donde contempla sus últimos trabajos incluidos en las series Besos, Sueños y Piel.
En la primera sección, la más atractiva y provocadora, la artista sumerge al espectador en un supermercado del beso. Es como un gran almacén de alimentos donde en cámaras refrigeradoras se recrean toda esta tipología de besos, besos que se pueden "comprar" y llevar a casa para usar. En bandejas de corcho blanco envueltas de celofán como la carne picada, la artista ha colocado diversos rostros humanos besando a la cámara fotográfica. En el interior de los frigoríficos el espectador contempla los distintos morreos que la artista ha ido retratando "Son besitos envasados al vacío para una sociedad con grandes carencias emocionales", comenta la artista.
Al principio de la exposición, veinte obras componen la colección Bésame mucho, donde se observan rostros oprimidos vistos a través del cristal, y que reflejan amor y desamor, placer y sufrimiento. El viaje que propone Patricia Gómez conduce hasta La habitación de los sueños, una dependencia sugerente en la que sobre una cama de matrimonio gigante, unos cojines pintados al óleo plasman las caras de distintas personas durmiendo. Junto al catre se sitúa la Caja de resonancia, integrada por cinco cajas retroiluminadas con el mismo desnudo de mujer que intenta trasmitir la idea de los pensamientos obsesivos que se originan en el cerebro, como si fuera una caja de resonancia. "La mujer desnuda, en posición fetal, alude al origen de la vida", explica Gómez, que recuerda cómo desde pequeña, cuando tenía cuatro años, descubrió su pasión por las artes plásticas. "Pinto todo el día, no hago otra cosa", explica mientras muestra la última sección de su exposición. Bajo el epígrafe Piel muestra diez rostros de mujer sin identidad que simbolizan distintos estados anímicos mediante la textura de la tela. El resultado: rostros femeninos iluminados, salpicados, liados, difuminados, maltratados... "Son rostros de mujer sin identidad, pero con presencia, rostros anónimos que transmiten emociones internas que afloran de la piel", explica la artista.
En la misma sala del MUA se acaba de inaugurar otra exposición sugerente: Los inmortales, de Aurora Valero, que estará, al igual que la anterior, abierta hasta el 13 de septiembre. Aurora Valero interacciona poesía, música y pintura. El origen de sus cuadros de gran formato fue la lectura del poemario de Vicente Aleixandre Sombra del paraíso. Elementos del poemario como la tierra, el aire, la lluvia, el sol, la palabra, el mar y el fuego son reinterpretados por la artista en una serie de óleos de intenso constraste cromático, que según el crítico Román de la Calle, reflejan" ternura, amor, esperanzas y deseos". La música, compuesta por Ángeles López Artiga, adereza la muestra.
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