A Rosa Montero, 1
Desde que comenzó el ataque angloamericano a Irak intento educar a mis dos hijos en el rechazo a esta guerra ilegítima, injusta e inmoral sin elegir bando. No es fácil; el débil siempre atrae simpatías.
Y en eso que aparecen la señora Rosa Montero y me llama histérico: aunque hayas estado en contra de la guerra, cuando estalla hay que apuntarse al que lleva las de ganar para que acabe cuanto antes; máxime si se denominan "aliados" y son parte de Occidente.
Descarto que a los columnistas les afecte el síndrome Nagasaki: un par de bombas atómicas producirían menos muertos que una larga guerra y la inmediata rendición del enemigo.
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