Hachís en el camión militar

La noticia de la aparición de 760 kilos de hachís dentro de un camión del Ejército en Melilla me ha recordado algo que viví hace años allí, donde me tocó hacer el servicio militar (Melilla era el peor destino imaginable).

En la víspera de unas maniobras militares que íbamos a hacer en Almería, se nos hizo formar a toda la compañía en el patio y pasar en fila de a uno a la furrielería.

Allí se nos entregó a cada uno de nosotros (éramos más de cien) una botella de whisky escocés y se nos obligó a guardarla en nuestras mochilas junto a la manta de lana con la que se suponía podíamos protegernos en caso de ataque nuclear y el útil de mango corto, que era como llamaban a la pala.

Después volvimos a formar en el patio y se nos amenazó con todo lo imaginable si perdíamos, rompíamos o nos bebíamos las botellas. Al día siguiente nos fuimos a Almería.

Lo primero que hicimos cuando montamos el campamento en pleno desierto fue entregar el whisky a los mismos mandos que nos las habían dado la noche anterior y cargarlas en el jeep de la compañía, al que vimos perderse entre las dunas con el cargamento.

Creo que esto se llama contrabando, ¿no? Salvando las diferencias que hay entre el tráfico de hachís y el de alcohol, y el volumen de la operación, a mí la noticia no me ha sorprendi-do lo más mínimo, como seguro que tampoco ha sorprendido a los mandos militares que han tenido que poner cara de sorpresa ante el descubrimiento del pastel.-