La instructora de los obreros
Un ensayo repasa la vida y obra de Dolores Sopeña como defensora de los excluidos sociales
Han pasado 100 años desde que se fundara el Instituto Catequista Dolores Sopeña como institución religiosa que, allá por 1901, tenía entre sus máximas la formación del obrero. Del perfil de Dolores Sopeña (Vélez Rubio, Almería, 1848-Madrid, 1918), su fundadora, poco ha trascendido en la historia ecuménica y en crónicas sociales. Pero la obra ejercida por la catequista almeriense se anticipa al papel desempeñado por las escuelas de Formación Profesional, Educación de Adultos o las Organizaciones No Gubernamentales de nuestros días. Un ensayo poético de la escritora almeriense María Ruiz, Dolores Sopeña. La voluntad de hacer, presenta el perfil de la almeriense como una 'visionaria' de su tiempo.
'Si tú instruyes a un niño no habrá necesidad de castigar a un hombre'. La premisa interiorizada por Sopeña desde edad temprana cristalizó y se ramificó a través del Instituto Catequista, que reconoció desde su fundación la plena dignidad y los derechos de todas las personas. El pensamiento de la almeriense, coetánea al Papa León XIII, coincidía de lleno con los postulados con los que el pontífice sorprendía al mundo eclesiástico en 1891 a través de su encíclica Rerum Novarum. En su texto reconocía el número 'sumamente reducido' de los adinerados y opulentos, a la par que una 'muchedumbre infinita' de proletarios. En este contexto, al que se añade la situación de la mujer, sin acceso a la vida pública y dedicada únicamente al hogar, Dolores Sopeña comienza desde muy joven a interesarse por el problema social y por personas que sufren una dura exclusión.
'Su labor más importante fue, sin duda, la instrucción a los obreros. Hablamos de 1848, una época en la que los obreros no tienen derecho a nada. En esos años arrancaría el socialismo, pero Sopeña se percata enseguida de que la cultura es el sustrato de toda la miseria', explica la autora del ensayo editado por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA), María Ruiz.
Y es que en la práctica, la catequista se adelantó a las palabras de Pío XIII al menos 15 años. En 1876, Sopeña ya se afanaba en Madrid visitando cárceles y hospitales, creando las Escuelas Dominicales y una casa social. Por aquellos años la emigración toma carácter alarmante en toda España y la miseria y desesperación de muchas familias alcanza cotas extremas: la salida al campo de los obreros para cazar pájaros con lazo para alimentar a sus familias era nota común. Es en la capital donde los jornaleros que abandonan sus tierras por falta de recursos se concentran en suburbios. Y es también allí donde la labor de Sopeña y sus primeras colaboradoras se extiende en la ayuda a un sector olvidado.
En el madrileño barrio de Las Injurias, Dolores Sopeña inició su Obra de las Doctrinas, identificada años más tarde como Instituto Catequista Dolores Sopeña. 'Ella comienza enseñando a leer y escribir porque descubrió muy pronto que la ignorancia es el foso del mundo. El hambre, las enfermedades, la violencia y las injusticias se derivan de la ausencia de cultura. Allí donde hubiera una industria ella habilitaba una zona de instrucción', añade la ensayista.
Con las bendiciones expresas de San Pío X, que tildó de extraordinaria la labor de la almeriense, la Obra Social y Cultural Sopeña se extiende por toda Sudamérica. Su condición de mujer, para muchos, ha condicionado un tardío reconocimiento a un trabajo que halló no pocas trabas desde la propia cúpula eclesiástica. 'Cuando la obra o el discurso de la mujer resultan corrientes o poco advertidos la dejan ir. Es cuando llegan a ser modelos aceptados sin discusión cuando aparece de forma escandalosa la acerba crítica del improductivo misógino', apunta Ruiz respecto de la relación de Sopeña con el Cardenal Sancha, impulsor de su trabajo a la par que severo crítico del mismo.
Será el Instituto Sopeña de Sudamérica el encargado de hacer una segunda edición para este continente del ensayo de María Ruiz, que incluirá también la beatificación que El Vaticano ultima para antes de final de año de la catequista almeriense.
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