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La Bienal de São Paulo revela el caos de la metrópoli y la angustia del hombre de hoy

La 25ª edición de la muestra, que se abrió ayer al público, reúne a 190 artistas de 70 países

Juan Arias

Calificada como la 'Bienal del caos' y acompañada de polémica hasta su inauguración oficial, el sábado por la noche, la 25ª Bienal del Arte de São Paulo se abrió ayer al público bajo el signo de la contradicción y de la curiosidad por sus novedades creativas. La muestra pone de relieve, en palabras de su comisario, Alfons Hug, no sólo 'el caos de la metrópoli' y la angustia del hombre de hoy, sino también 'la búsqueda de la armonía y de la pureza' a través de la luz. España está representada por la instalación Astilhãografo, de Rogelio López Cuenca.

Quizás el haber llegado a la cita con dos años de retraso ha servido para que esta Bienal del Arte de São Paulo 2002 haya sido recibida al mismo tiempo con un plus de interés y curiosidad. Según sus organizadores, habrá que esperar unos días para ver cómo el público acoge una Bienal que, por primera vez, ha querido prescindir del famoso núcleo histórico de los dioses del arte como Picasso, Van Gogh o Munch, que eran el anzuelo para atraer al gran público a una muestra que, por sus características fundacionales, intenta presentar más bien las grandes tendencias futuras del arte, no siempre de fácil comprensión para los no especialistas. En la Bienal de São Paulo, considerada entre las más importantes del mundo y la principal de los países de Iberoamérica, participan 190 artistas de 70 países. Permanecerá abierta hasta el 2 de junio y se calcula que será visitada por medio millón de personas de todo el mundo.

La inauguración oficial para los invitados, que tuvo lugar la noche del sábado, se dejó atrás todas las polémicas, comenzando por el hecho de que por primera vez el comisario de la Bienal no es un brasileño, sino el alemán Alfons Hug, y puso todo su énfasis en la importancia de la impresionante representación de artistas de todo el mundo, sobre todo de los países emergentes de África y Asia. También se refirió a la oportunidad del tema escogido, Iconografias metropolitanas, poniendo en carne viva el tema actual e inquietante de las grandes metrópolis del mundo con su carga de violencia, exclusión social y terrorismo. Una prueba evidente fue el sábado el imponente aparato policial para proteger a las autoridades presentes en una ciudad como São Paulo, con más de un secuestro diario y con unos altos índices de violencia.

Golpes de efecto

La atención periodística en Brasil estuvo centrada en la invasión de la casa de campo del presidente Fernando Henrique Cardoso -lo que le impidió asistir a la inauguración de la Bienal- por parte de 500 seguidores del Movimiento de los Sin Tierra, que en contraste con la temática de la Bienal, centrada en las grandes urbes, piden un pedazo de tierra en propiedad para poder cultivarla. No obstante, ello no impidió que más de dos mil invitados, entre artistas, políticos, críticos de arte y personajes de la alta sociedad, abarrotaran la muestra, que este año se presentó llena de sorpresas y golpes de efecto.

El pabellón español, pulcramente comisariado por Alicia Chillida, estaba abarrotado de público aún a las diez de la noche. El artista malagueño Rogelio López Cuenca presenta la instalación Astilhãografo, una recreación poética de la historia de São Paulo, que incluye un recorrido por documentos históricos, imágenes supuestamente publicitarias realizadas por el artista y un vídeo que presenta un metro global mezclando las redes de algunas de las principales ciudades del mundo.

La entrada a la muestra, que ocupa 30.000 metros cuadrados, aparecía el sábado provocadora con un inmenso cartel de neón rojo con la palabra 'Hotel', obra del artista Carmelo Gross. La bienvenida a los invitados la daba una persona tumbada en el suelo como alfombra. Un paseo por el espacio de la Bienal no es ciertamente una gira bucólica y consoladora. Las 11 ciudades propuestas, entre las que no figura ninguna española, son como un puñetazo en el estómago, porque los artistas que han hecho la propuesta han sabido poner de relieve todo el caos violento, incómodo, destructivo y de estética fría de dichas ciudades, desde la misma São Paulo, pasando por Moscú, Caracas, Estambul o Tokio.

Como Alfons Hug había asegurado, la Bienal pone de relieve no sólo 'el caos de la metrópoli', sino tambien 'la búsqueda de la armonía y de la pureza' cuando se detiene en las propuestas de una ciudad utópica inspirada en Italo Calvino donde artistas como Julião Sarmento, Rupprecht Geiger o Carlos Cruz Díez proponen ciudades con casas de pura luz, indispensables para atravesar lo cotidiano. Sin embargo, la impresión de fondo que predomina es la angustia hecha arte que vive el hombre contemporáneo rodeado de miedos y de incógnitas de futuro.

Curiosamente, Brasil, cuyo arte se caracteriza por reflejar la índole pacífica y armoniosa de sus gentes y la belleza de su naturaleza, esta vez inquieta al público con las propuestas presentadas bajo la dirección de su comisario, Agnaldo Farias, en las que aparecen sangre y vísceras de ovejas, martillos y alusiones a desaparecidos políticos, rezumando todas ellas angustia e inquietud.

Como contrapunto, la estilista italiana radicada en Nueva York Vanessa Beecroft ha presentado en una de las salas especiales a 50 modelos brasileñas, completamente desnudas, con sólo un detalle en sus cabezas o pies (una peluca o unos zapatos de tacón alto), que permanecen inmóviles, estáticas, durante tres horas seguidas, aunque esta performance fue exclusiva de la inauguración.

Un aspecto de la instalación <b></b><i>Astilhãografo,</i> de Rogelio López Cuenca, en la Bienal de São Paulo.

Fotografía en blanco y negro

En la 25ª Bienal de Arte de São Paulo, con 50 años de historia, este 2002 la palma de la creatividad se la llevan sin duda los fotógrafos de diferentes países, que han presentado propuestas creativas y chocantes, casi todas ellas en blanco y negro. Comenzando por el alemán Michael Wesely, que presenta el resultado de un lugar de Berlín fotografiado durante dos años seguidos sin mover la cámara fotográfica. El resultado es sorprendente porque aparecen hasta los efectos del movimiento de los rayos solares, así como un edificio que fue construido durante ese tiempo de la foto. Tambien el fotógrafo de Taiwan Chien-chi-Chang ha presentado una obra de presos de su país, en blanco y negro. Debía ser tan llamativa y provocadora que el autor se ha quejado de que el comisario Alfons Hug se la ha censurado. El americano Spencer Tunik expone en la Bienal una serie de fotografías de representaciones con hombres y mujeres desnudos tumbados en la calle codo con codo, como muertos en una hecatombe como la realizada ya en 2000 en Queensboro Bridge de Nueva York. Sobre estas y otras muchas obras que están sorprendidiendo a los visitantes de la muestra, el comisario del pabellón brasileño, Agnaldo Farias, comentó ayer: 'No estamos conmemorando nada. Esta Bienal muestra que el optimista es sólo un individuo mal informado'.

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