La declaración final ahonda en la condena de las desigualdades
CUMBRE IBEROAMERICANA EN PANAMÁLa mayoría de los países de América Latina y el Caribe han logrado reducir las tasas de mortalidad infantil y prevenir enfermedades endémicas, pero persisten en la región los altos índices de pobreza y de pobreza extrema, y las exclusiones sociales y económicas detrás de la marginación de cerca de 40 millones de niños.La Declaración de Panamá constata esta realidad en las conclusiones de la X Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, y reclama de los Gobiernos acciones de equidad y justicia social. Los gobernantes expresan "la profunda preocupación de los países iberoamericanos por la existencia de casos de sustracción internacional de menores por parte de uno de sus padres".
Nuevamente, la cumbre de este año rechazó toda aplicación extraterritorial de leyes nacionales o medidas unilaterales que contravengan el derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas. En ese sentido, exhortó al Gobierno de Estados Unidos "para que ponga fin a la aplicación de la ley Helms-Burton", que sanciona el comercio con Cuba. Cumbres anteriores debatieron el caso cubano, pero desde hace años la declaración final condena la ley estadounidense sin apenas debate. Las sesiones abordaron el abandono de la infancia y de la adolescencia, el lema central de la X Cumbre, y, por tanto, buena parte de las conclusiones son recordatorio de los compromisos nacionales y las convenciones relacionados con la protección del menor.
Poco nuevo aportan sus redactores, porque, en mayor o menor medida, desde la cumbre de Guadalajara (1991), todas las reuniones de jefes de Estado y de Gobierno han insistido en ese punto. La realidad de las naciones latinoamericanas asistentes certifica, sin embargo, tímidos avances conseguidos, apenas perceptibles en los bolsones más lacerantes. En no pocos casos es notorio el agravamiento de las estadísticas de la miseria infantil.
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