Flotats, Belbel y Mesalles

Interrogado acerca de las críticas del director Jordi Mesalles contra él y contra Sergi Belbel, a los que acusa de monopolizar la escena catalana, Benet i Jornet dijo: "Que me lo explique, yo tengo la impresión de que, precisamente, siempre he estado al lado de mis compañeros de profesión, tanto los de mi generación como los posteriores. Me siento muy identificado con todos ellos. Tengo muy buena relación con Galcerán, con Jordi Sánchez, con Pompermayer. Y nunca, nunca, he hecho la zancadilla, ninguna maniobra para taponar a nadie. Otra cosa es ¿tengo que dejar de estrenar yo para que estrenen los otros? No, hemos de estrenar todos". En cuanto a Belbel, señaló: "Es un fenómeno, qué culpa tengo yo de que triunfe en todo el mundo; desde García Lorca no había nadie con tanta proyección en el extranjero como Belbel. No se puede discutir sobre el hecho de que Belbel es un fenómeno escénico internacional de primer orden".En el asunto de la calidad, reivindicó su papel como escritor popular, creador de culebrones televisivos. Dijo que no le importa que se le compare con Sautier Casaseca, Antonio Losada o José Mallorquí, aunque matizó que sólo ve posible el símil en la producción televisiva, no en la teatral.

Preguntado por su sensación al estrenar en el TNC, e intuyendo inteligentemente por dónde iban los tiros al recordársele su papel en la crítica a Flotats -por no programar dramaturgos catalanes contemporáneos-, Benet i Jornet, que no se muerde la lengua, se arrancó, para desazón del director del TNC, Domènec Reixach -que prefería ceñirse al guión-, mientras Mario Gas ponía cara de póquer tras las gafas negras: "No creo que yo haya protagonizado ninguna campaña contra Flotats; ahora bien, participé, ¡y tanto!Flotats lo llevaba mal desde el primer día que llegó a este país, diciendo que nadie había hecho nada aquí en teatro hasta su venida". Y prosiguió: "Ahora a este teatro, el TNC, pese a lo que se dice, viene mucha gente. Yo no estoy todo el día con Reixach, no nos llamamos para ver cómo fastidiar al vecino".

"Estar en el TNC", continuó, "me provoca satisfacción, porque Olors es una obra a la que un escenario grande le va bien, pero no estoy particularmente impresionado ni deslumbrado; éste es un teatro que ha de ir cogiendo grosor; no es como el Romea, lleno de fantasmas, que respira historia. No considero que haya puesto una pica en Flandes por estar en el TNC. Me es igual estar aquí que en la Sala Beckett, espléndido teatro y tan importante como el TNC".