La ultraderecha capitaliza en Europa el temor al extranjero
La llegada al Gobierno austriaco del filonazi Jörg Haider ha sacudido las conciencias democráticas europeas, por su semejanza, más aparente que real, con el ascenso del nazismo, a principios de los años treinta. Pero hace tiempo que la ultraderecha está sólidamente instalada en el continente. El Frente Nacional de Le Pen en Francia o la Liga Norte de Bossi y la Alianza Nacional de Fini en Italia, aunque no atraviesen su mejor momento, obtienen entre el 10 y el 15% de los votos. En Bélgica, Dinamarca, Noruega o Suiza hay movimientos similares, y en la antigua Europa del Este están en auge.Pese a sus diferencias, comparten una característica: todos capitalizan el temor al extranjero, alimentado por el alto índice de delincuencia en los suburbios urbanos con bolsas de población marginal inmigrante, y por la competencia desleal que supone esta mano de obra dispuesta a trabajar en condiciones de semiesclavitud. Ello explica que, paradójicamente, pequeños comerciantes y obreros sin cualificación, muchos de ellos ex votantes comunistas, sean la mejor cantera de los partidos que hacen bandera del racismo y la xenofobia.
Hasta ahora, ninguna fuerza de este tipo ha logrado arraigar en España, al menos a escala nacional, y sucesos como los ataques contra albergues de inmigrantes turcos en Alemania se contemplaban con la distancia de lo ajeno. El brote de violencia racista de El Ejido ha cambiado radicalmente la situación. Para Álvaro Gil-Robles, ex Defensor del Pueblo y actual comisario europeo para los Derechos Humanos, lo sucedido "demuestra que estamos haciendo algo mal y, si no trabajamos a fondo para evitarlo, tendremos más ejidos."
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Análisis de ajedrez | Joya rápida de David Antón en Catar
¿Repetir o pasar de curso? Algunos daños colaterales
Detenido en Chiapas Yoel Alter, integrante de la secta Lev Tahor, por presunta trata de menores para matrimonios forzados
Ayuso aprueba un gasto extra de 106 millones de euros para el “reequilibrio” económico de tres hospitales de Quirón en 2025
Lo más visto
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- De celebrar el Gordo a temer no cobrarlo: la comisión de fiestas de Villamanín se dejó en casa un talonario vendido antes del sorteo
- Los socialistas valencianos reclaman a Feijóo que entregue a la jueza de la dana la conversación íntegra con Mazón
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”




























































