Mensaje
Tienen en sus manos, los lores ingleses, una oportunidad magnífica para que el pijochetismo no "se los pase por la raja", como alardeaba una de las pinomanifestantes a la puerta del tribunal londinense (en demostración de que la catadura moral acaba por condicionar el lenguaje, mucho más que los caros colegios). Pero a los jueces se les presenta también la gran ocasión de enviarle a Milosevic, con la sentencia, un mensaje inequívoco: podrás ser impune en esta vida, mientras aguantes en el poder (como está ocurriendo gracias a la lamentable debilidad de la comunidad internacional), pero no lo serás en la otra, cuando finalmente alguien consiga juzgarte en nombre de los derechos humanos. Un mensaje, también, para la juventud: no todo es cínico, no todo vale, hay que creer. He vuelto a ver hace poco Vencedores o vencidos, la película que Stanley Kramer dirigió hace casi 40 años sobre los procesos de Núremberg. Entresaco un par de perlas, tan válidas hoy como entonces. Una, cuando uno de los tres jueces del tribunal le pregunta al presidente, encarnado por Spencer Tracy, si no tendrían que tener en cuenta el contexto histórico en que se desarrollaron los crímenes nazis (para "atajar el avance comunista", básicamente). Dos, en tal contexto, ¿puede considerarse a los acusados responsables de los crímenes que se cometieron? A lo primero, Tracy se limita a señalar las fotos de las víctimas. ¿Qué razón de Estado puede justificar semejante horror? A lo segundo, responde: "¿Pretende usted decirme que el hombre no es responsable de sus actos? Porque si quiere decir eso tendrá que explicármelo muy bien para convencerme". Que cuando se rodó la película no quedara en prisión ni uno solo de los condenados a cadena perpetua no significa que Núremberg no sea aplicable. E incluso mejorable. Ahora. En Londres.
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