El Celta se arruga ante el Deportivo

El Deportivo encontró un remedio a sus problemas en la pelea, una cualidad que se le desconocía, y de un partido tremendamente físico sobre un césped blando encontró una alternativa a su crisis. Buscó pelea y el Celta, desgastado y desconcentrado, se arrugó. No le bastó la calidad de sus hombres para encontrar espacios en una defensa correosa, se vio castigado por las tarjetas de Brito Arceo (ocho amarillas mostró a los de Vigo; dos para Mazinho, que fue expulsado) y se complicó la vida en la tercera competición en que debuta. El primer paso del líder en la Copa fue un tropiezo, y el debú de Jordi Cruyff no pudo evitar un resultado doloroso por la identidad del equipo que tenía enfrente: su rival regional, el Deportivo.Si lo que Riazor recrimina a los suyos es indolencia, el equipo que ayer pisó Balaídos no es el Depor. Cierto que enfrentarse a su ex equipo condicionó a Javier Irureta, que renunció a jugar con dos puntas y se atrincheró en la zona ancha, pero la impotencia del Celta para superar el centro del campo resultó desesperante. Se metió el equipo de Víctor Fernández en peleas que no le interesaban, intentó tirar paredes en una zona hiperpoblada y sobre una pradera blandengue y encharcada, y por ahí el partido comenzó a írsele de las manos.De repente fue consciente el Celta de que no estaba Mostovoi, de que carecía de alternativas, y del balón perdido y rebotado de un lado para otro, y llegó el Deportivo y se dio cuenta de que podía sacar provecho.

Apareció entonces un Deportivo que en nada se parece al que deambula por la Liga. Mauro Silva y Flavio aseguraron la posesión, y Fran enganchó con el solitario Turu Flores, que provocó más peligro en la primera mitad que todo el Celta. Primero fue de tiro directo, y después en balones en carrera, que fue como el equipo blanquiazul torció la lógica del choque al aprovechar una descordinación de los de Vigo en el fuera de juego.Con todo el campo para él, Flores llegó hasta Dutruel, regateó y marcó.

La desesperación del Celta se representó de formas variopintas. Los pelotazos a nadie de Cáceres y Bruno Caires delataron a los de Vigo; los balones perdidos por Mazinho y el despiste táctico de Caires fueron sintomáticos, y una única ocasión en la primera mitad resumió todo su potencial ofensivo. El autoritarismo que empleaban los celestes contra sus rivales en otras tardes fue un recuerdo que apenas se llegó a materializar, huérfanos del apoyo defensivo de Makelele y de las alternativas en ataque del lesionado Mostovoi.

El problema debía de ser Caires, porque con él en el banquillo y con Karpin en la organización vivió el Celta sus mejores minutos. Pero en el choque siguió llevando la peor parte del derby, hasta el punto de quedar en inferioridad numérica por expulsión de Mazinho.Salió Jordi Cruyff y el primer balón que tocó pudo ser gol. Tampoco el último refuerzo del equipo vigués pudo resolver el partido.

Aunque tratándose del Celta, la eliminatoria no tiene dueño.