Zülle no ha estado fino

Nos levantamos con tiempo para desayunar y acudir al otro lado de la isla. Ingerimos unos espaguetis, fruta, té y al trabajo. El desplazamiento en autocar desde Palma a Alcúdia, unos 44 kilómetros, se nos hace pesado. Tardamos una hora en llegar. No hay tiempo que perder. Pronto nos subimos a las bicicletas e iniciamos, en grupo, es decir, todo el Festina, un recorrido por el circuito. Primera impresión. La jornada se repite al aparecer de nuevo el viento-la verdad es que desde que llegamos a Mallorca el viento no ha dejado de soplar-. Nos los tomamos con tranquilidad porque la mayoría de nosotros, a excepción de Wuszt, salimos tarde en la contrarreloj.Los primeros kilómetros son tranquilos. Similar es el estado de Álex Zülle. Es la carta del Festina en Alcúdia. Álex, durante el desplazamiento, ha repasado con minuciosidad el libro de ruta de la carrera. Lo ha estudiado a fondo. Parecía que no quería fallar. Todos los vimos con ganas, concentrado, con ilusión. No quería defraudar a sus compañeros. Pero una cosa es la teoría. Al final, Zülle no ha estado del todo fino.

Completamos el recorrido como un mero ensayo para el examen posterior. Queda tiempo para el inicio de la carrera. Nos tumbamos un rato en las habitaciones de un hotel y comentamos el viento que pega a favor, de costado y en contra. Otro asunto: comentamos con los mecánicos el desarrollo ideal para la crono. Resoplamos y salimos de uno en uno. Confiamos todos en Álex. No ha podido ser. Olano es un maestro. A las nueve volamos hacia Barcelona. Mañana comienza la verdadera montaña.