El Mundial de Francia

Como empleado de un operador turístico que ha sido agente oficial en el Mundial de Francia, recientemente acabado, he sido testigo de una contradicción brutal: la organización casi perfecta -especialmente los ferrocarriles franceses, que han movido a millones de personas con una exactitud y eficacia rayando en lo perfecto- y la venta y distribución de entradas para los diferentes partidos.Mientras los agentes oficiales las recibían con cuentagotas, París era un hervidero de gente de la peor catadura metida en la faena de la reventa a precios de locura: 4.000 dólares una entrada para la final. Todo esto ante la pasividad de la policía. Eran los camellos, pero ¿quién estaba detrás? ¿Es otro de los escándalos encubiertos del país vecino? Más de un 60% del billetaje del Mundial se ha vendido en el mercado negro. ¿Cómo se puede nombrar agente oficial del Mundial a un intermediario? Mis amigos franceses no podían dar crédito a sus ojos ante tan nausea

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bundo espectáculo. El efecto de esta política ha sido demoledor para los diferentes operadores, que o bien no han podido responder a la demanda de sus clientes -con los enormes problemas que esto acarrea- o han tenido que comprar las entradas en el mercado negro, con el riesgo de una descapitalización importante que, en algunos casos, ha podido llegar a la desaparición de la misma empresa como tal.- . .