¡Arrepiéntete, hermano!

Si uno tiene la desgracia de padecer cualquier minusvalía física o psíquica y además es ateo o simplemente aconfesional, sólo le caben dos opciones: si adulto, esperar que los anuncios publicitarios de la ONCE hagan mella en el restillo de conciencia social que aún pudieran poseer las empresas privadas o los organismos públicos, y, si está en edad escolar, realizar un breve acto de contrición y conseguir plaza en un centro de educación especial dependiente de Fomento, versión Opus Dei, única secta beneficiaria de las subvenciones millonarias otorgadas por Espi en nombre de ¡Santiago y cierra España! Tal como se ponen las cosas, vista la decrepitud que me amenaza en el umbral de la edad provecta y convencida de que seré reo de deficiencias varias, intentaré encontrar a través de Internet la lista de centros especializados en métodos eutanásicos para víctimas de regímenes de derechas.-