Sobrevivir y comer, por este orden

En Sarajevo hay dos problemas inmediatos: sobrevivir a las explosiones o a los francotiradores y comer. Las tiendas cerraron el jueves y no se espera que abran hasta que termine la ofensiva o se acostumbren a ella. El mercado desapareció hace días y las cocinas públicas rascan las migajas en los almacenes vacíos. El aeropuerto, vía de acceso de más de un 50% de lo que se consume en Sarajevo, está clausurado desde hace ya dos meses. Los convoyes no entran desde hace tres semanas y media. La situación ya es dramática.
Para una gente que se ha acostumbrado a comer hierba (sopas de, agua caliente con briznas de color que imitan al perejil), y que la siegan con las manos en la zona tranquila de la avenida de los francotiradores, el problema no es nuevo. "En1992 [en los primeros meses de la guerra], antes de que llegaran los cascos azules o la ayuda exterior, aquí lo pasamos muy mal. No había nada que comer", recuerda triste Amela. "La gente cazaba gorriones o palomas". Cuando la radio sermoneaba sobre la inminencia de una lucha, muchos se lanzaron al acaparamiento. Son los que ahora pueden comer.
El agua es abundante, pero e peligrosa su recogida. En torno las bocas de riego se arracima personas de todas las edades para llenar sus botellas de plástico. Todos ellos están en el punto de mira de los artilleros serbios pues éstos gustan de las aglomeraciones, como se demostró e 1993 en la cola del pan.
El plenipotenciario de la ONU en la antigua Yugoslavia Yasushi Akashi, y la alta comisionada del ACNUR, Sadako Ogata, enviaron el jueves un carta a Radovan Karadzic, líder de los radicales serbios d Bosnia, en la que le manifiesta su "profunda preocupación por la situación humanitaria e Sarajevo, Bihac, Srebrenica, Zepa y Gorazde. Acusan a fuerzas bajo el control de Karadzi de impedir el paso de los convoyes. Apelan a su responsabilidad y a los acuerdos firmado por él para que cambie la situación, haciéndole responsable d lo que suceda con cientos de mi les de civiles.
En el asunto de los rehenes ha habido marcha atrás. Siguen detenidos los 11 canadienses y lo 15 observadores militares. Respecto a los 92 cascos azules cuya libertad de movimientos fue restaurada hace dos días, existe ahora nuevas dudas. "Han desaparecido las minas y los soldado serbios alrededor, pero la. situación es la misnía", dice Gary Cowad, portavoz militar de Unprofor.
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