¿Arde Madrid?
Hace ya seis años y aún vuelvo a despertar con la misma pesadilla de humo, llamas, asfixia e impotencia. Regreso andando a casa después del cine. Vivo en el casco antiguo de Madrid: las calles son muy estrechas y la mayoría de los edificios tienen 100 años, casas todas ellas mantenidas en pie por vigorosas vigas de madera. Los fines de semana no compensa coger el coche; luego es imposible aparcar. Ni siquiera me atrevo a parar un taxi: mencionas la zona y prefieren perder la carrera a quedarse con toda seguridad atascados en alguna de estas calles.En principio todo parecía normal, como cualquier sábado a esa hora: desde Gran Vía hacia casa, Hortaleza atascada, las travesías también, por las aceras no se puede caminar, los coches las invaden. Comienzo a notar algo diferente en el ambiente; no es el habitual humo de los tubos de escape. El aire cada vez más denso, los ojos y la garganta me escuecen. No muy lejos suenan sirenas que no avanzan, no pueden; gente que corre. ¿Qué pasa? ¡Fuego, fuego! Los bomberos no llegan; más sirenas. No avanzan. Más gente corriendo y gritando. Sigo caminando; tropiezo con los que corren, miro al cielo y ya no es oscuro: tiene un intenso resplandor rojizo. A unos metros -no sabría decir cuántos-, una tremenda hoguera: un edificio se está quemando entero y los bomberos no pueden pasar. El fuego se extiende, la gente abandona los coches para poder huir. Loslamentos desesperados de las sirenas de bomberos y ambulancias que no consiguen llegar quedan ahogados por las tremendas explosiones de algunos coches que han sido alcanzados por las llamas. No podía creerlo. Sé que muchos de los que vivimos aquí hemos pensado -incluso denunciado- que esto podía ocurrir. Los daños materiales son incalculables; de las víctimas mortales no tengo cifras exactas.
No me gustaría que esta pesadilla-ficción se convirtiera en primera página de todos los diarios como ya ocurrió en nuestra vecina Lisboa. Hace ya seis años.-
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