"Madrid es fácil para los forasteros"

La AMPIA es la recién creada Asociación de Mujeres Profesionales de la Industria Audiovisual. Su presidenta, Margaret Nicholl, 48 años, tiene en Madrid su casa y su despacho, después de haber dejado en Barcelona «un trocito de su corazón. Para presentarse en sociedad, AMPIA organizó el pasado mes de noviembre una proyección de la película El piano, en los cines Alphaville, semanas antes de su estreno oficial. Un título apropiado por un montón de cosas. Está dirigida por una mujer, Jane Campion, y en la historia, protagonizada por dos mujeres, la directora ha pintado la fuerza femenina frágil por fuera y compacta por dentro. Bella, tenaz, valiente, sensual, decidida y, sobre todo, silenciosa. Como Sane Campion, Margaret Nicholl es neozelandesa, y disfruta viviendo en una ciudad donde puede descubrir un rincón cada día.Pregunta. ¿Es una asociación para mujeres exclusivamente?

Respuesta. Pretende ser fundada e impulsada por mujeres, pero, naturalmente, los hombres están invitados a participar. Pero queremos que el impulso sea femenino.

P. Que es lo mismo que feminista.

R. Nuestros ánimos no son en absoluto feministas, sino profesionales, porque las mujeres, para llegar a los mismos puestos que los hombres, tenemos que luchar un poquito más. La asociación acaba de nacer con un objetivo, la defensa de los intereses de quienes trabajan en el campo audiovisual.

P. Un terreno donde las mujeres necesitan más protección.

R. No sé si protección, pero hay muy pocos medios de comunicación dirigidos por mujeres. Pensamos que habría que insistir, por ejemplo, en el campo de la formación, pero igual sería importante conseguir guarderías en los lugares de trabajo. Te describo una situación general. En un puente aéreo, trayecto ejecutivo por excelencia el 95% de los pasajeros son hombres. Pero lo mismo ocurre en el París-Hamburgo.

P. Usted dirige el departamento de producción ajena de Canal + y es directora general de Sogepac. En su carrera, ¿ha tenido más jefes o más jefas?

R. Más jefes, por supuesto. Ahora, entre mis colaboradores, hombres y mujeres andan a un 50%. En esta empresa estamos bastante igualados.

P. ¿Qué hace una neozelandesa en Madrid?

R. Llevo muchos años fuera de mi país y en Madrid viví los tres últimos años del régimen franquista, trabajando como profesora de inglés. Luego me marché a Londres y Barcelona, donde me quedé sola con tres niños, empecé a trabajar en el proyecto de televisión autonómica y finalmente vine a Madrid, también por trabajo. No quería volver a Nueva Zelanda, me parecía un retroceso.

P. ¿Se trabaja de forma distinta en Madrid que en Barcelona?

R. Eso depende de la empresa. Yo adoro Barcelona, pero pienso que en Madrid es mínimamente más fácil ser tú misma, en calidad no tanto de extranjera como de forastera.

P. ¿Qué hay de la fama que tenemos las mujeres de ser mucho más exigentes con nosotras mismas en el terreno laboral?

R. Eso es falso. Yo no lo he experimentado jamás. Siempre he trabajado muy bien con mujeres.

P. Presentarse con un pase de El piano no es nada casual.

R. En absoluto. Mis simpatías por la directora Jane Campion van más allá de que ambas seamos neozelandesas. Es una mujer que ha sabido abrirse camino y en la película hay mucho mundo femenino.