Falta de modales

De veras, uno ya no sabe a qué atenerse ni qué pensar.En un primer momento se da la circunstancia, con relación al desarrollo político de nuestro país, de que un ciudadano de a pie, bien pensante, confía total y absolutamente, con plena entrega, en la seriedad y buen hacer de los responsables políticos. Uno crece y esta sensación se sigue conservando durante un largo periodo. Se suceden los acontecimientos que contradicen la tesis anterior, mas el ciudadano de a pie se aferra a su primitivo criterio: se resiste a creer que alguien pueda ser tan necio como lo que diariamente nos muestran los medios de comunicación. Por fin llega un momento en que nuestro ciudadano se va mostrando más incrédulo... para llegar a un punto de total desconfianza en las maniobras realizadas por los políticos: uno ya no se cree nada. Sospecha, en definitiva, que lo único que se desea, en lo que, a desmanes en política se refiere, es que el ciudadano de a pie pase del desconocimiento a la letargia.

Y es que no, no logro explicarme lo ocurrido días pasados en la Cámara baja, y tan baja. No tiene nombre. No se trata, en mi opinión, de productos de la libertad de expresión, sino simple y llanamente de falta de modales, de irresponsabilidad en lo que al ejercicio del poder se refiere.