Cosa sabida
El primer concierto español de Pet Shop Boys fue en realidad una performance. O sea ... una performance. Es decir ... (en realidad, todo el mundo sabe qué es una performance). Las performances, a veces se entienden y a veces no. Otras veces, sencillamente, se cree que se está entendiendo, y resulta que se está reinterpretando desde la subjetividad, lo cual también es válido, pues para eso es una performance. Lo malo es que te aburras.En disco, los Pet Shop Boys no aburren. En todo caso, exasperan a muchos por la suma de elementos que configuran su estilo: ampulosas orquestaciones, ritmos electrónicos machacantes, melodías nasales miméticas entre sí... En vídeo, aburren todavía menos, pues muestran "divinos" melodramas adolescentes interpretados por efebos y doncellas, así como bastante guapos. En directo, hacen performance; y ahí, cuidado.
Pet Shop Boys
Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. 6.000 personas. Precio: 2.200 pesetas. Madrid, 21 de mayo.
Hasta 20 personas se juntaron en escena. La coreografía era sorprendente: plena de situaciones y personajes distintos cuyas historias breves se superponen, sin orden aparente, sobre un escenario con diversidad mutante de espacios. En su barroquismo, el espectáculo no era fácil de seguir, y las múltiples sugerencias icónicas acabaron por constituir un amontonamiento de mensajes subliminales saturantes para gran parte de la audiencia.
Neil Tennant y Chris Lowe, los Pet Shop Boys, también estaban en escena. Pero ellos se mueven entre la vorágine escénica, tal y como su música básica lo hace a través de los estilos que recorre: con marcialidad. La nave sofisticada avanza entre orquestaciones épicas, ecos de discotecas latinas, melodías empalagosas... y del contacto nace el óxido: chirriante para algunos, frágil y melancólico para otros.
No fue bueno el sonido, y todo estuvo a punto de derrumbarse como un castillo de naipes. Sonaron éxitos pasados, pero lo más coreado fue So hard, el triunfante single de Behaviour, cuarto y último album del grupo sobre el que giró el repertorio.
A un lado del escenario había -sorpresa- músicos. Dos o tres, con sintetizadores, un bajo, alguna guitarra. Estaban en tinieblas, no se les veía muy bien. Sería que estaban fuera de la performance. O sea ... dentro, pero fuera. Es decir ... (en realidad, todo el mundo sabe dónde empieza y dónde acaba una performance).
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