El Mal
Hace meses que Fátima está más descansada. Poco a poco, entre el fragor de las hamburguesas y la juergas lituanas, se ha procedido a la definitiva conversión de Rusia y de su caterva de descreídos. Todo el Este está lleno de democristianos con hambre de despacho y beatos con ganas de misa de campaña. Pero con la conversión de Rusia ha .desaparecido también el Mal y sus representantes en la tierra. Y es nos ha dejado como flotando en e autoservicio de la conciencia. Durante todo este siglo, el Mal tenía una dimensión cósmica, conspirativa y vigilante. Y de pronto el Mal desaparece y nos quedamos con pequeñas faltas individuales, pecadillos de entretiempo que ni siquiera merecerán la atención de papas ni de pastores lusitanos. Parece que la Iglesia quiere regresar a la confesión individual y secreta. Es una prueba más de que el imperio del Mal ha quedado reducido a exiguas pedanías. El pecado de un hombre cualquiera siempre es más controlable por los confesores que el pecado organizado del poder. Por eso el diablo ha cerrado su finca soviética y ahora se ha convertido en minorista de maldades.Pero lo cierto es que el diablo, en este Fin de siglo, se encuentra sin ideas. Se imponen antiguas virtudes de castidad y fidelidad. La lírica corporal ha acabado con la gula, y la ira la llevamos últimamente muy controlada. Incluso la avaricia, que es el pecado que la Iglesia contempla con más indulgencia, se limita a la venialidad de las supercuentas. Ya todo se justifica, y urgen auténticas genialidades de la perversión para que los administradores de la bondad puedan seguir colocando marchamos a los clientes. Debería hacerse un congreso de confesores en paro para catalogar culpas, compilar barbaridades e inventar pecados nuevos y modernos para el próximo milenio. La santidad necesita una maldad en plena forma. Que los ex confesores monten un consulting y que ofrezcan sus servicios al diablo en reciclaje.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Estados Unidos ataca al Estado Islámico en Nigeria tras las amenazas de Trump por los asesinatos de cristianos
Se eleva a 10 el número de fallecidos al volcar un autobús en Veracruz
La Fiscalía de Ciudad de México confirma que el hombre asesinado en la Zona Rosa era El Panu, jefe de seguridad de Los Chapitos
Navitrans, una cena de navidad para personas LGBT+ en condición de calle y trabajadoras sexuales
Lo más visto
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”
- Zelenski confirma que cualquier pacto con Rusia deberá ser ratificado en referéndum
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- TVE se reivindica (con pulla) en su gran noche televisiva




























































