Ecócratas, al por mayor
Estoy perfectamente de acuerdo con Jesús Mesanza cuando afirma, en la sección Educación del pasado martes 19 de septiembre, que la ortografía de los estudiantes españoles podría ser mejorada rápidamente y sin necesidad de aumentar el tiempo dedicado a la enseñanza. Si existiera absoluto acuerdo entre los profesores de no recibir trabajos plagados de cacografías, ese solo hecho haría que el alumnado preste la debida atención para escribir correctamente.La falta de seriedad con que se trata el idioma en España me deja perpleja. Nadie que se precie del nombre maestro, profesor o catedrático puede irse a dormir con la conciencia tranquila si permite que le presenten trabajos en el deplorable estado en que hoy se hace o deja pasar errores ortográficos.
Gran parte de mi trabajo debo llevarlo a cabo en español, y cada vez que recibo cartas de España, la mayoría de las cuales provienen de personas con cargos de relativa importancia, no puedo dejar de observar la pobreza ortográfica y de estilo.
No quisiera ser tan crítica, y acepto que todos cometemos a veces errores, pero me fundo en evidencias y comparaciones, porque siempre consideré a España fuente de riqueza del lenguaje (me lo enseñaron en la escuela); pero, después de trabajar en países como Perú, Bolivia o Argentina, España, lamentablemente, queda ubicada en último lugar en cuanto a uso correcto del lenguaje en relación a las capas sociales educadas.
Si los llamados maestros, catedráticos, salvo honrosas excepciones, pasaran menos tiempo en el papel de ecócratas y más en el de serios mentores, España podría enviar al exterior una imagen muy superior de quienes pasaron por sus aulas. ¿O jaulas?- Reino Unido.
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