La Liga Árabe y Líbano

La cumbre de la Liga Árabe que se ha celebrado en Casablanca ha consagrado más tiempo a la cuestión palestina que a la de Líbano. En cuanto a la primera, la más espinosa por sus implicaciones mundiales, las cumbres árabes han conseguido hacer progresos desde la de 1974 en Rabat. Una mayoría de los miembros de la Liga apoya a Arafat y sus actuales propuestas de paz. De cumbre en cumbre, los moderados consiguen así salirse con la suya, lo que confirma la vuelta solemne a este cenáculo de Egipto al que la Organización para la Liberación de Palestina de Arafat debe mucho. Lo que el libanés George Corm llama la balcanización de Oriente Próximo no impide el entramado paciente de un conjunto de puntos de vista. La balcanización es aquí consecuencia del hundimiento del imperio turco, cuyas débiles pero extensas estructuras ofrecían un cuadro de coexistencia a múltiples naciones y comunidades. La forma última de la balcanización se produce cuando los grupos que lideran los Estados usan la religión como fundamento de su legitimidad o como arma contra los demás. La iniciativa del general Aoun en marzo de desafiar al Ejército sirio quiere resucitar la esencia del Estado libanés. El precio a pagar se ha revelado terrible, ya que los obuses no dejan de llover sobre Beirut. Pero la fidelidad de los cristianos y la resonancia de este combate en las otras comunidades demuestran que el sacrificio no es insensato.

29 de mayo