Erudita indigencia
El artículo ... Ahora, tus fantasmas, de Gabriel Albiac (EL PAÍS, 29 de septiembre de 1988), en respuesta a Fernando Savater, nos da un espléndido ejemplo de la indigencia moral y política de algunos eruditos del pensamiento. Es una lástima el que muchos lectores de EL PAÍS no hayan podido conocer in extenso las declaraciones de Albiac a Egin. Ese instructivo ejercicio está reservado a los que nos sometemos, por convencimiento democrático y por la imperiosa necesidad de conocer los argumentos que tratan de encubrir el crimen y el chantaje, al vomitivo esfuerzo de leer las páginas proetarras de ese vertedero estatal de demagogias y egocentrismos. Claro que, como afirma con exaltante lucidez Albiac, un periódico como Egin sólo puede existir gracias al contexto revolucionario de la "guerra del Norte"...En su artículo madrileño (no es lo mismo arengar a las masas revolucionarias vascas que demostrar alta erudición a los lectores de EL PAÍS), Albiac se limita, en su apoyo a ETA, a propugnar algo tan "civilizado" como la negociación entre la "organización armada" y el Estado. Pero en Egin expresa una valoración mucho más estratégica del carácter "revolucionario" de ETA. Al parecer, los crimenes y secuestros de nuestros totalitarios representan la luminosa senda, muy materialista, eso sí, por la que accederemos al comunismo.
Saber si la versión erudita del paraíso marxista-leninista a la que nos quiere llevar Albiac de la mano sanguinaria de ETA tiene algo que ver con los jemeres rojos, con Albania o con Corea del Norte, o con algo mucho más "puro", es algo que no nos ha sido aún revelado por el ilustradísimo clérigo. Confiemos en que, desde su alto y radicalísimo saber, se digne informarnos con cierta antelación de las características concretas de esa arcadia sin Estado por cuyo advenimiento fueron inmoladas las inocentes niñas de Zaragoza, los pacíficos clientes de Hipercor y todas las demás vidas injustamente arrebatadas por ETA.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.