¿Persona el embrión?

Consuelo Martín, que se nos presentó como "profesora de una ciencia experimental", en esta misma sección se ha pronunciado (véase EL PAÍS del 4 de enero) en contra del aborto, sin otra bandera -al menos a la vista- que la de la ciencia objetiva.Somos muchos a opinar que el embrión está lejos de ser una persona, y que matar un embrión, por tanto, no es ningún homicidio, como no lo es (verbi gratia) matar el nervio de un colmillo cariado o matar un tumor canceroso. Estamos, no obstante, dispuestos a rectificar tan pronto como la ciencia demuestre que es persona el embrión. Lamento que nuestra profesora, en su brevísima carta y de un solo plumazo, haya considerado resuelto problema tan difícil.

Supongo que a su telegráfico laconismo se debe el escandaloso error de lógica en que ha incurrido: supongo que es otra cosa lo que ha querido expresar, pues aduce contra el aborto este único argumento: "se ha demostrado experimentalmente que el embrión humano tiene un código genético distinto al de la madre, y, por tanto, es una persona distinta de ella". Perfecto: en mi fase embrionaria fui persona porque mi código genético y el de mi madre eran diferentes.

Por esa regla de tres, el embrión de caballo es también persona, ya que tiene un código genético distinto del de mi madre. Yo recibiría con agrado otra más amplia explicación de nuestra "profesional del trabajo científico". Porque mientras no haya prueba más convincente, sostendré que toda mujer es dueña de su cuerpo y debe tener completa libertad para matar embriones que son suyos.-